Todo lo que hacemos en nuestra vida diaria, aun la tarea más
rutinaria, tiene una bella esencia espiritual. Este mes, si trabajamos
en ser conscientes de ello y en conectar con la energía espiritual que
está oculta detrás de todos nuestros esfuerzos, podemos eliminar el
velo de negatividad que nos separa de la plenitud que es nuestro
verdadero destino.
Para enfatizar la presencia de una esencia espiritual dentro del
entorno mundano, los kabbalistas hacen una analogía entre esta esencia
espiritual y una pieza de música: una canción que siempre existe de
forma potencial, pero que no se vuelve real hasta que alguien la canta.
Literalmente, todo lo que existe en la Creación tiene en su interior una bella canción que es parte del Creador.
Nuestra primera tarea es tener la certeza en la realidad de dicha
canción, y nuestra segunda tarea consiste en revelar la canción en todas
nuestras acciones, pensamientos y sentimientos. Para poder ser
merecedores de la revelación de esta canción, estas dos tareas deben
estar siempre en nuestra conciencia.
Una vez, durante una comida de Shabat, el gran Kabbalista Rav Isaac
Luria (el Arí) vio que todos los ángeles abandonaban su mesa. El Arí
quiso saber a dónde iban, pues con certeza debía ser un lugar con una
gran Luz. Así que siguió a los ángeles, y descubrió que se habían ido a
la mesa de Rav Najara, a quien se le conocía por ser un virtuoso
cantante. Los ángeles habían abandonado la mesa pura y sagrada del Arí
para escuchar una canción que despertaba la música espiritual que está
presente en todas partes, aunque en todas partes está oculta.
El Zóhar nos dice que podemos crear la misma conexión con
la Luz que atrajo a los ángeles hacia los cantos de Rav Najara. Al
llevar a tu corazón esta enseñanza que he compartido contigo,
despertarás la canción que hay en tu interior y obtendrás el poder de
ponerla en práctica a cada momento del día.
Este mes, promueve este despertar. Observa lo espiritual dentro de lo
mundano. Al hacerlo, formarás parte de la transformación del mundo
como un todo.
By Michael Berg
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