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domingo, 10 de junio de 2012

SABIDURIA ANGELICAL

En días pasados, durante un taller que dicté en la ciudad de Bogotá, una joven me preguntó: “¿Espiritualmente hablando, el estudio de los ángeles qué enseñanzas te ha dejado?”. Puedo asegurar que son muchas las bendiciones recibidas y las lecciones aprendidas. A continuación, algunas de ellas.

Todo comienza con la intención
Establecer una intención se asemeja a plantar una semilla. Cada proyecto necesita una intención para su formación. Al permitirnos soñar y “hacer algo” al respecto, como por ejemplo, dar el primer paso, el universo se programa de inmediato en nuestro beneficio y los ángeles comienzan a orquestar las oportunidades que necesitamos.  El abono de esa semilla se relaciona con nuestros pensamientos y las acciones que tomamos en la dirección del logro de nuestras metas, además de la confianza que depositamos en Dios para ver materializado nuestros sueños.

Sobre la felicidad
La felicidad no se encuentra afuera, no depende de otro. Ser feliz o no, es nuestra propia elección. Como hijos de Dios, todos tenemos derecho a ser felices. Precisamente esa es una de las misiones de los ángeles: ayudarnos a ser naturalmente alegres. No importan las circunstancias, aun con lágrimas, la felicidad siempre está en nuestras manos, en la actitud como asumimos cada desafío, admitiendo nuestras vulnerabilidades, aceptando las dificultades como aprendizajes de vida y no como pruebas divinas. Las experiencias vividas son herramientas para el mañana y constituyen el ser que hoy somos. Cada lección se vive, se supera y se continúa con la siguiente.

La inteligencia del corazón
Las respuestas siempre están en el corazón. Allí reside la mayor sabiduría del ser humano, la conciencia más elevada y armoniosa que poseemos. Anteriormente los científicos creían que la inteligencia y la fuente de todo conocimiento era el cerebro. Hoy en día se ha descubierto que el corazón cuenta con la capacidad de “escuchar” al instinto y traducirlo cerebralmente en lo que conocemos como la intuición. En el corazón encontramos la guía divina, la voz de los ángeles. La mente lo complica todo, el corazón saca lo mejor de cada quien. El corazón nos indica cuando vamos por buen camino. Al construir los sueños alrededor del corazón y apoyarnos en él a la hora de tomar decisiones, fluimos y nos conectamos con nuestra esencia.

Co-creadores de nuestras experiencias
Existe un plan divino para cada persona que se basa en el amor, la paz y la luz.  Elegimos lo que debemos aprender, cómo aprenderlo, con quién y en qué periodo de tiempo. Dios además nos regaló el libre albedrío, es decir, la capacidad de elegir. Gracias a ello somos co-directores, co-libretistas y protagonistas de la película de nuestra propia vida. Al alinear lo que pensamos, sentimos y hacemos, con nuestra intención, diseñamos lo que vivimos. También es posible, desde la conciencia y el amor, reescribir el guión en cualquier momento.

Positivismo
Las creencias positivas son la antesala de una vida plena. Sentirse positivos conlleva gran cantidad de beneficios para la salud física, mental, emocional y espiritual. Los ángeles siempre creen en nosotros. De manera que aún en tiempos de duda, sostener la fe permaneciendo optimistas respecto a nosotros y la vida misma, es una manera casi mágica de salir jubilosos de cualquier reto.  De todas formas, los ángeles siempre están disponibles y podemos invocarlos para recuperar la mejor perspectiva en cada circunstancia.

Nada ocurre al azar
Todo tiene una razón de ser. No existen las casualidades ni los golpes de suerte. El universo se mueve bajo perfectas Leyes Espirituales. Cada experiencia, cada persona, cada evento sucede porque así debe ser. Resistirnos o apegarnos a algo o alguien, solo conduce al retraso de nuestro proceso de evolución.

Merecemos lo mejor
Todo padre amoroso desea lo mejor para sus hijos. Disfrutemos al máximo cada instante, haciendo las cosas que nos producen gusto, conectándonos con la satisfacción que se siente y brindándonos todo lo bello y hermoso de la vida. No vinimos al mundo a sufrir. Está bien sentir gozo, invertir en nuestro espíritu, aspirar y considerarnos merecedores de las cosas buenas que Dios tiene para todos por igual.
Siempre estamos apoyados completamente. Eso sí, recordemos pedir ayuda a los ángeles en todo lo que hagamos. Es la voluntad del Padre que todos seamos merecedores de la abundancia y el amor divinos. Todos somos igualmente dignos de recibir la ayuda celestial y es tarea de los ángeles amarnos, protegernos y orientarnos. No requieren de nuestro permiso para amarnos incondicionalmente. Sin embargo, sí necesitan nuestro consentimiento para guiarnos y cuidarnos.

Bendiciones de amor y luz.
Martha Muñoz Losada
Terapeuta en Sanación y Canalización con Arcángeles

jueves, 24 de mayo de 2012

NO CORRAS

No corras desatinadamente intentando sanar a todos tus amigos. Haz tu propio trabajo mental y sánate a ti mismo. Eso será más benéfico que ninguna otra cosa para quienes te rodean.
No podemos hacer que los demás cambien. Sólo podemos ofrecerles una atmósfera mental positiva donde tengan la posibilidad de cambiar, si lo desean. No es posible hacer el trabajo por otra persona, ni tampoco imponérselo.
Cada persona está aquí para aprender sus propias lecciones, y no les servirá de nada que se las demos resueltas, porque tiene que pasar personalmente por el proceso vital necesario para aprenderlas.
Lo único que podemos hacer por los demás es amarlos y dejar que sean quienes son, saber que su verdad está dentro de ellos, y que cambiarán cuando quieran hacerlo.

Dejar a los demás ser ellos mismos de Louise L. Hay

sábado, 5 de mayo de 2012

Aumentar la conciencia del yo y del otro

Lo que se me revela es lo que es importante para mí, lo que me incumbe. Toda persona debe preocuparse de sí misma, de convertirse en un todo. Tenemos lecciones que aprender... todos nosotros. Hay que aprenderlas una a una, por orden. Sólo así podremos saber qué necesita la persona que tenemos cerca, qué le falta o qué nos falta a nosotros para ser un todo.

Comprenda la naturaleza del yo, del yo verdadero, que es inmortal. Darse cuenta de eso le ayudará a ver siempre las cosas desde la perspectiva adecuada.
Conózcase, para poder ver claramente, sin las distorsiones de la mente consciente o del subconsciente.
Practique la meditación y la visualización, la observación distanciada, la percepción tranquila, las sensaciones de amor-cariño desde la distancia o el distanciamiento del amor, Cultive ese estado.
Conozca sus ideas y sus suposiciones y dese cuenta de que puede que las haya adoptado sin cuestionárselas.
Cuando se generaliza estableciendo grupos o tópicos se hace imposible ver a los individuos por sí mismos.
Las suposiciones erróneas arraigadas en el pasado, como «los hombres Son unos brutos y unos insensibles» o «las mujeres son demasiado sensibles y emotivas» ocasionan una percepción distorsionada de la realidad.
La experiencia tiene mucha más fuerza que las creencias. Aprenda de sus experiencias. Lo que ayuda sin hacer daño tiene valor. Descarte las creencias y los pensamientos caducados.
La felicidad nace en el interior de las personas. No depende de cosas externas o de otra gente. Cuando nuestra sensación de seguridad y felicidad depende del comportamiento y los actos de los demás, nos volvemos vulnerables y podemos sufrir con facilidad. Nunca le dé su poder a nadie.
Intente no tener demasiado apego a las cosas. En el mundo tridimensional aprendemos gracias a las relaciones, no a las cosas. Todos sabemos que no podemos llevárnoslas con nosotros cuando nos vayamos.
Cuando morimos y nuestras almas progresan hasta dimensiones superiores, nos llevamos nuestros comportamientos, nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestro conocimiento. La forma de tratar a los demás en las relaciones es infinitamente más importante que lo que hemos acumulado materialmente.
Además, podemos ganar y perder muchos objetos materiales a lo largo de la vida. En la otra vida no nos encontraremos con nuestras posesiones, sino con nuestros seres queridos. Esta idea debería ayudarle a recapacitar sobre sus valores en caso de que sea necesario.
Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus, de John Gray, es desde hace muchos años todo un éxito de ventas en muchos países. Muchos otros libros, películas y programas de televisión han subrayado también las diferencias entre hombres y mujeres, al parecer insalvables. Existe un abismo entre los sexos que se manifiesta en nuestra forma de pensar y en nuestro comportamiento. No vemos el mundo del mismo modo. La testosterona, la hormona masculina, inclina a los hombres hacia la agresión y la competitividad, en lugar de la cooperación, hacia la «propiedad» del territorio y de la familia. El estrógeno y la progesterona, las hormonas femeninas, parecen fomentar la sensibilidad, la comunicación en lugar de la competición, un menor deseo de agresión y una mayor ansia de protección.
La forma en que se educa a los niños y a las niñas aumenta esa asimetría innata y refuerza los muros biológicos que separan a hombres y mujeres. A los niños se les anima socialmente a ser más agresivos, más competitivos, más enérgicos. A las niñas, a ser más pasivas, más comunicativas, más cooperativas. Los padres y los maestros, la sociedad y la cultura, y los medios de comunicación y los publicistas nos enseñan valores distintos.
Parece que hay mucho de cierto en todo esto. No puede resolverse ningún problema hasta que se tome conciencia clara de este problema. Pues bien, ya lo sabemos. ¿Y ahora qué pasa?
Está claro que hay que educar a los niños para que sean conscientes de su sensibilidad y la expresen más.
Hay que enseñarles a cooperar más y a aprender a comunicarse mejor. A las niñas se las debe educar para que estén más seguras de sí mismas y sean más enérgicas. En líneas generales, hay que modificar más la formación de los niños que la de las niñas, ya que el mundo está sumido hoy en una violencia provocada casi exclusivamente por hombres.
Pero ¿qué hay de las diferencias biológicas innatas? ¿Cómo podemos cambiar la biología? ¿Qué podemos hacer con la testosterona? He aquí una metáfora.
Las hormonas y determinados factores genéticos hacen que a los hombres les salga pelo en la cara.
¿Quiere eso decir que las barbas son inevitables, que todos los hombres tienen que ir por la vida con largas barbas?
Naturalmente, la respuesta es que no. Los hombres pueden decidir afeitarse la barba. Cualquier hombre tiene la opción de afeitarse o no.
Las influencias biológicas son tendencias, superables con voluntad consciente. La testosterona y las demás hormonas impelen, pero no compelen. Del mismo modo que los hombres pueden decidir afeitarse, también pueden elegir no ser violentos, ser menos agresivos, cooperar más y ser más comunicativo s y sensibles.
La decisión consciente de elegir la senda del amor, no la de la violencia, es el siguiente paso para los hombres.
Tras esa elección tenemos otro paso más, que es el despertar a la verdad espiritual de que estamos formados por espíritu y alma, no por cuerpo y cerebro. El alma no tiene sexo, no tiene hormonas, no tiene tendencias biológicas. El alma es pura energía de amor.
A medida que nos vamos haciendo conscientes de nuestra naturaleza espiritual, reconocemos nuestra auténtica esencia. Somos inmortales y divinos. Renunciar a la violencia, al odio, a la dominación, al egoísmo y a la propiedad de las personas y de las cosas es mucho más sencillo tras ese reconocimiento. Aceptar el amor, la compasión, la caridad, la esperanza, la fe y la cooperación pasa a ser lo más natural.
En el transcurso de nuestras muchas vidas se dan algunos cambios de sexo. Todos hemos sido hombres y todos hemos sido mujeres. Aunque creo que tendemos a especializarnos en un sexo o el otro, todos tenemos que hacer, por así decirlo, algunas asignaturas optativas como personas del otro sexo. Tenemos que aprender de todas partes. Ricos y pobres. Fuertes y débiles. Budistas, cristianos, judíos, hindúes, musulmanes o de otras religiones. Distintas razas. Y, por descontado, hombres y mujeres.
Y así, al final, todos podemos aprender a superar cualquier tendencia biológica negativa para manifestar plenamente nuestra naturaleza espiritual. De forma similar, y por el mismo motivo, todos podemos aprender a superar cualquier enseñanza social o cultural negativa.
Algunos se quedan rezagados porque no todos avanzamos a la misma velocidad, aunque recorremos la misma senda. Los que van al frente tienen que mirar hacia atrás, con compasión y con amor, y ayudar a quienes se quedan atrás.
Hay que mirar hacia atrás y ayudar, sin esperar recompensa, ni siquiera agradecimiento.
Hay que mirar hacia atrás y ayudar, porque eso es lo que hacen los seres espirituales.

Extracto del libro: Los Mensajes de los Sabios. Brian Weis