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martes, 19 de junio de 2012

LA CRISIS ESPIRITUAL

 Los "síntomas" de una crisis espiritual son casi idénticos a los de una crisis psíquica. De hecho, dado que una crisis espiritual afecta a la psique, un "místico principiante" podría no percatarse de que sufre una crisis de naturaleza espiritual y creer que su dilema es psicológico. Sin embargo, los síntomas de una crisis espiritual son claros y de tres tipos.
Generalmente, la crisis comienza con una sensación de ausencia de sentido y finalidad, que la persona no puede remediar simplemente barajando los componentes externos de su vida. El anhelo es mucho más profundo, no lo puede satisfacer un aumento de salario o una promoción, ni un matrimonio o una nueva relación. Las soluciones corrientes no ofrecen ningún atractivo. Por supuesto, hay personas que nunca han encontrado sentido ni finalidad a su vida, pero probablemente estas personas esperan, equivocadamente, que la vida les deje el "sentido" en la puerta. Las quejas continuas y la falta de ambición no indican que se haya producido una crisis espiritual. Las personas que padecen una crisis espiritual tienen la sensación de que algo está tratando de despertar en su interior, pero no saben verlo.

Sentir miedos nuevos y raros es el segundo síntoma de una crisis espiritual. Estos miedos no son corrientes, como lo son el miedo al abandono y a envejecer, sino que producen la sensación de estar desconectándose de la propia identidad. "Ya no sé muy bien quién soy ni lo que deseo de la vida" es una expresión común de la persona saturada de la energía del séptimo chakra.

El tercer síntoma es la necesidad de experimentar devoción por algo superior a uno. Los innumerables libros actuales de psicología, que explican las necesidades humanas, rara vez hablan de nuestra necesidad fundamental de devoción; sin embargo, necesitamos, biológica y energéticamente, estar en contacto con una fuente de poder que trasciende las limitaciones y confusiones humanas. Necesitamos comunicarnos con una fuente de milagros y esperanza. La devoción entrega una parte de nuestra conciencia a nuestro yo inconsciente eterno, el que a su vez nos conecta directamente con una presencia divina. Incluso encuentros breves y fugaces con esa presencia y su infinito poder ayudan a nuestra conciencia a liberarse de sus miedos, y el poder humano deja de gobernar nuestra atención.

La ausencia de sentido, la pérdida de identidad y la necesidad de devoción son los tres síntomas más fuertes que indican que la persona ha entrado en la "noche oscura". Ciertamente estas características son similares a los dilemas psíquicos comunes que experimenta la gente. Sin embargo, cuando su origen es espiritual, uno no tiene motivos para culpar a otras personas de causarle la crisis. Se da cuenta de que la causa de su crisis está en su interior. La insuficiencia de los componentes externos de la vida de la persona es la consecuencia de la crisis espiritual, no la causa.

Un buen director espiritual puede ayudar a la persona a pasar por esa "noche oscura", muchos de cuyos retos suponen enfrentarse a intensos problemas psíquicos. La psicoterapia estándar buscaría la causa analizando las pautas negativas en sus relaciones desde la infancia hacia delante. Si bien también resulta muy útil identificar esas pautas negativas en la orientación espiritual, el director espiritual investiga, prioritariamente, el contendido del dialogo interior de la persona respeto a asuntos del espíritu.

 Al principio esa reorganización le hará sentirse peor, cuando esté experimentando la "noche oscura del alma", durante la cual llegará a conocer los contenidos de su mente y corazón, enfrentará sus miedos y creencias, explorará conscientemente su lado oscuro y desafiará a los falsos dioses que no renunciarán a su autoridad sobre su psique humana sin dar batalla. La enfermedad suele ser catalizadora de la transformación espiritual y de la "noche oscura".
Para resistir se necesita fe, oración y, si es posible, un director espiritual. Si te resulta imposible encontrarlo, busca apoyo en la lectura espiritual. Encontrar a una persona que entienda la naturaleza del viaje es algo similar a buscar un bote salvavidas.

Lleva un diario, anota tus pensamientos y oraciones y por encima de todo afírmate en la verdad de que todas las noches oscuras acaban con una luz que ilumina un nuevo camino.
Adopta una forma de oración y meditación diaria con la que te sientas a gusto. La devoción -no la obsesión- es una fuerza extraordinariamente sanadora y consoladora.

Caroline Myss

*Reflexión*

Cuando el espíritu se quiebra, surge un profundo conflicto en el alma y caminas mas allá del temor donde la angustia, las dudas y los miedos se aferran a tí.

Has de pasar por ese camino y sin resistencia reconocer tu dolor.

La paciencia y la humildad te ayudarán a irte desprendiendo de tu ego dejando que tu alma vuelva al estado puro, fluirás como el agua dirigiéndote a la Fuente Creadora, a la Fuente Divina, al Manantial del Amor de Dios y la Luz renacerá en tí.

Tu ser interior despertará transformado en la liberación de la luz, para que entres en el mundo con una nueva visión y poder que va mas allá del tiempo y del espacio en busca de la Verdad Sagrada.

viernes, 25 de mayo de 2012

IGNORANCIA


Cuando utilizo la palabra ignorancia, no la empleo en un sentido negativo. No me refiero a ausencia de conocimiento. Aludo a algo fundamental, muy presente, muy positivo. Es como somos. Es la misma naturaleza de la existencia la que permanece misteriosa, y ese es el motivo por el que es tan hermosa.
Todo el conocimiento es superfluo. El conocimiento como tal es superfluo. Y todo el conocimiento crea solo una ilusión de que sabe­mos... pero no sabemos. Podéis vivir toda la vida con un hombre, y podéis pensar que lo conocéis... pero no lo conocéis. Podéis dar a luz, y podéis pensar que conocéis a vuestro bebé... pero no lo conocéis.
Sea lo que fuere lo que creemos saber, es muy ilusorio. Alguien pre­gunta: «;Qué es el agua?», y vosotros respondéis: «H20». Eso es sim­plemente un juego. No se sabe lo que es el agua, ni lo que es la «H» ni la «O».
Estáis etiquetando. Alguien pregunta qué es esa «H», ese hidróge­no... y recurrís a las moléculas, los átomos, los electrones... pero una vez más estáis dando nombres. El misterio no está acabado... el misterio solo se ha postergado y al final solo queda una tremenda ignorancia. Al comienzo no sabíamos qué era el agua, ahora no sabemos lo que es el electrón, de manera que no hemos arribado a ningún conocimiento. Hemos jugado al juego de dar nombres, de colocar en categorías, pero la vida sigue siendo un misterio. La ignorancia es tan profunda y tan defi­nitiva que no se puede destruir. Y una vez que lo entendéis, podéis repo­sar en ella. Es tan hermosa, tan relajante... porque entonces ya no queda adónde ir. No hay nada que saber, porque no se puede saber nada. La ignorancia es definitiva. Es tremenda 1, vasta.