No tienes
nada que aprender. Lo único que tienes que hacer es recordar. La vida es
un proceso de crecimiento. El crecimiento es la evidencia de la presencia y la
expresión de la Divinidad. Toda la vida funciona de esta forma.
Piensa en
el árbol que ves desde tu ventana. No sabe más ahora, cuando tiene cinco metros
de altura y te cubre con la sombra de su gigantesca copa, de lo que sabía cuándo
era un minúsculo brote. Toda la información que necesitaba para convertirse en
lo que es hoy estaba contenida en su semilla. No tuvo que aprender nada.
Simplemente tuvo que crecer. Para crecer usó la información que estaba
encerrada en su memoria celular.
No eres
diferente del árbol.
Incluso
el árbol necesita que el sol estimule su crecimiento.
Toda la
vida está interconectada. Ningún aspecto ni individualización del Todo actúa
independientemente de cualquier otro aspecto o individualización. La vida, de
forma continua, crea interactivamente. Estamos produciendo resultados
mutuamente. No hay ninguna otra forma en que podamos producirlos.
Tu
conversación con otros y toda la información que te viene del mundo exterior
son como los rayos del sol. Hacen que las semillas que hay dentro de ti
crezcan.
Hay
muchas cosas que existen en tu mundo exterior. Aún así esas personas, lugares,
objetos y acontecimientos son sólo recordatorios.
Son como
señales de tráfico.
Es en
eso, en realidad, en lo que consiste el “mundo exterior”. El mundo físico está
diseñado para proporcionarte un contexto dentro del cual puedas experimentar en
el afuera lo que conoces dentro de ti.
Y entonces en realidad me beneficio de que el mundo a mí alrededor
se presente exactamente como lo hace.
Todos los
humanos lo hacen. Por eso he dicho que, cuando mires al mundo y todo lo que te
ha pasado, “No juzgues ni condenes”.
Usemos al
árbol como nuestro fiel amigo en esta parte de nuestra discusión, para que nos
ayude a encontrar un entendimiento más profundo.
Imaginemos
que te has salido del claro de un bosque y te has metido en sus espesuras.
Nunca te has adentrado tanto en el bosque y sabes que es probable que tengas
alguna dificultad para ubicar el claro otra vez. Así que pones marcas en los
árboles según avanzas.
Ahora
cuando te vas del bosque, ves estas señales y recuerdas que las pusiste ahí para
poder encontrar la salida.
Estas
señales son exteriores a ti. En última instancia te guiarán de vuelta a Casa,
pero no son la “Casa” misma. Las señales te muestran el rastro, el sendero, el
camino, y el camino te resulta familiar. Lo reconoces. Es decir, lo
“re-conoces” o “lo conoces otra vez”. No obstante, el Camino no es el Destino.
Sólo tú puedes llevarte al Destino.
Otros pueden
dirigirte a un sendero, otros pueden enseñarte su camino, pero sólo tú puedes
llevarte al Destino. Sólo tú puedes decidir estar en Casa con Dios.
Tu mundo
exterior es el sendero. Está ahí para llevarte de vuelta a Casa.
Verdaderamente, Todos los sucesos de tu mundo exterior están ahí para
hacer exactamente eso. Por eso los pusiste ahí.
ningún
camino de regreso a Casa es mejor que otro.
Todos los
caminos te llevan allí, porque todo lo que se necesita para llegar allí es
verdadero deseo, un corazón puro y abierto, y fe en que Dios no tiene ninguna
razón para decir: “No, no puedes estar conmigo” a ninguna persona por ninguna
razón, y menos aún porque simplemente haya creído en Dios en una forma
diferente.
Todas las
religiones verdaderas son maravillosas y todas las enseñanzas espirituales
verdaderas son caminos hacia Dios, y ninguna religión ni ninguna enseñanza es
más “correcta” que otra.
Hay más
de un camino a la cumbre de la montaña.
La
religión fue creada por las culturas humanas para ayudar a los que nacieron
dentro de esa cultura a saber y entender que hay una fuente de ayuda siempre
presente en tiempos de necesidad, de fuerza en tiempos de desafíos, de claridad
en tiempos de confusión, y de compasión en tiempos de dolor.
La
religión es también una manifestación de la conciencia instintiva de la
humanidad de que los ritos, las tradiciones, las ceremonias y las costumbres
tienen un enorme valor como marcas que afirman la presencia de un grupo de
gente en el mundo y como el adhesivo que asegura esa presencia al mantener unida
la cultura de un grupo de gente.
Cada
cultura tiene una tradición hermosa y única que honra una verdad hermosa y
esencial: que hay algo más grande y más importantes en la vida que los deseos
propios o incluso que las necesidades propias; que la vida en sí misma es una
experiencia mucho más profunda y mucho más significativa de lo que mucha gente
se imagina al principio; y que es en el amor y el interés mutuo y el perdón y
la creatividad y el espíritu de juego y el unir las manos en un esfuerzo
conjunto para alcanzar un objetivo común donde se descubrirán las
satisfacciones más profundas y los goces más maravillosos del encuentro entre
los hombres.
Entonces,
que cada uno de ustedes tome su propio camino hacia mí. Emprendan su propio
viaje a casa. No se preocupen por cómo los otros están haciendo el suyo ni
juzguen sobre ello. Ustedes no pueden dejar de llegar hasta mí, y ellos tampoco
pueden.
Verdaderamente,
todos se encontrarán cuando estén juntos en Casa, y se preguntarán por qué
discutieron tanto por detalles de tan poca importancia.
Por
favor, no confundas lo que está en tu corazón con lo que está en tu mente. Lo
que está en tu mente ha sido puesto ahí por otros. Lo que está en tu corazón es
lo que llevas de mí contigo.
Así y
todo puedes cerrarme tu corazón, y muchos lo han hecho. Y muchos también han
cerrado sus mentes.
Y, por
favor, no les digas a los demás que, a menos que ellos crean en lo que
está en tu mente, los voy a condenar.
Y
finalmente, haz lo que quieras, pero no los condenes tú mismo, en mi nombre.
NEALE DONALD WALSCH
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