La soledad me permite saber quién soy, sólo después puedo tener una verdadera relación.
Estar solo es un hecho común para todos. No siempre estamos
acompañados. Esta experiencia de soledad se puede disfrutar mucho y
suele ser muy constructiva.
Cuando estamos solos podemos no hacer nada y sentirnos bien,
descansar, disfrutar de la naturaleza, tomar sol, caminar, meditar o
simplemente hacer lo que nos gusta sin interferencias de otras personas.
Sentirse solos es diferente, porque uno se puede sentir solo también en compañía.
El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la
noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en
ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como
para pertenecer a su mundo.
El sentimiento de no pertenencia nos lleva a la depresión, cuando además nos sentimos culpables de nuestra propia soledad.
Es una ilusión creer estar acompañado porque en realidad la mayoría está sola.
No muchos saben lo que es una verdadera relación y crean vínculos que no lo son.
Sólo una persona madura puede tener una relación verdadera, porque se ha liberado de las dependencias.
La madurez es la capacidad de vivir la vida sin muletas ocasionales,
es aprender a hacerse cargo de los propios problemas, reflexionando
antes de actuar y haciéndose responsable de las consecuencias de las
acciones, sin proyectar los errores en los demás.
La relación no implica tener a alguien para eventualmente apoyarse,
sino por el contrario significa interesarse por el otro y comprenderlo
tratando de olvidarse de uno mismo.
La dependencia crea vínculos dependientes con personas omnipotentes,
intentando recrear la simbiosis madre-hijo, y ese tipo de relación
patológica, que tiene carácter sadomasoquista, está destinada al
fracaso.
Recién cuando nos liberamos de las dependencias y nos olvidamos de
nosotros mismos aprendemos a vivir, a no tener miedo y a ser libres,
accediendo a la posibilidad de una verdadera relación.
Si no hay desarrollo personal tampoco puede haber una relación duradera, porque el estancamiento produce aburrimiento.
La intención vale más que el hecho en si mismo, porque no se trata de
resultados sino de orientarse hacia el camino de la propia senda.
Solamente cuando estamos solos podemos ponernos en contacto con
nosotros mismos. Esa oportunidad nos permite vernos y evaluar si
realmente somos como queremos ser y si estamos haciendo lo que deseamos
hacer; y si esa imagen no estuviera de acuerdo con nuestras
expectativas, es el momento de preguntarnos, que es lo que estamos
haciendo ahora para lograrlo.
Transitar el propio camino es lo más importante y el principal
propósito de nuestra vida y todo el universo conspirará para lograrlo.
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