La
paz es una actitud interior de armonía, una armonización con nosotros
mismos y con nuestros propios componentes. Una armonía justa, que se
base en la verdadera Armonía Universal, en la que el hombre no se vea
como un elemento aislado, enemigo del hombre y de la Naturaleza, sino
como amigo de todo.
En concordia, corazón con corazón.¿Qué es lo que somos? Somos un Misterio. Somos aquello que está detrás de todas las cosas , una especie de observador que transciende todo tipo de manifestación.
Debemos seguir lo que consideremos correcto, sin importarnos lo que los demás puedan decir.
Vale
más amar que ser amado. Es mejor ser fuente que da, que pozo que
recibe. Lo mejor, es ofrecer, dar, tener la capacidad de amar sin hacer
un cálculo previo de cuánto nos debe reportar este amor. Entonces algo
se despierta dentro de nosotros y vamos entendiendo nuestro entorno.
Vamos entendiendo al pájaro, a la montaña, al viento, y también a
nuestros hermanos los hombres; vamos entendiendo la historia de los
distintos momentos por los que pasó la Humanidad; vamos comprendiendo,
de una manera pacífica, toda la sabiduría que hay en el mundo, que es
fruto de Dios; y es también fruto de Dios la Armonía Universal en la
cual todas las cosas están unidas.
Esta
unión es lo que nos da la paz interior, la paz de saber que Dios ha
pensado todo esto, que todas las cosas están pensadas de tal manera que
nuestro sufrimiento siempre es soportable.
Paz
interior es poder encontrarse a sí mismo, reconocer que en esta gran
Sabiduría divina, no todos hemos nacido para la misma cosa, y que cada
cual tiene su camino, su destino, su alimento, su viento y su forma de
ser y de expresarse.
Consideramos
que Dios ha pensado todo esto. Todo lo que nos pasa, todo lo que nos va
a suceder está planificado de alguna manera. De tal suerte, todas las
inquietudes desaparecen, y aun las dificultades de la vida se ven como
pruebas, como eslabones que tenemos que pasar para poder purificarnos.
El
agua más pura no es aquella que está estancada en medio de una charca
sin moverse, sino aquella otra que viene saltando cantarina a través de
las piedras. Esa agua se ha purificado a través del
choque, miles y miles de veces, con las distintas piedras, es esa agua
que ha cantado con su dolor y que ha hecho una espuma blanca de
esperanza y un arco iris de color en cada uno de sus golpes.
El
hombre debe ser como el agua, debe correr a través de la vida igual que
el agua, saltando, cantando, manteniendo una cierta alegría y una
fuerza interior que le haga fluir, y teniendo la sabiduría simple y
sencilla del agua, que sabe siempre dónde va, que sabe siempre dónde
está el mar.
Si
buscamos una brújula interior, sabremos hacia donde vamos. Todos los
dolores, golpes e inconvenientes, no serán para nosotros nada más que
pruebas. Si el hombre pudiese, a través de los golpes de la vida,
mantenerse vertical, entonces encontraría la paz en su corazón. Hay que
ir a lo profundo y encontrar el sentido de todas las cosas, de todo
aquello que nos rodea y de todo aquello que tenemos en nuestro interior.
No
vamos a poder confiar demasiado en fórmulas, sino en aquello que cada
uno de nosotros podamos hacer y transmitir. Esa recreación de un mundo
distinto, de un mundo nuevo, pasa por cada uno de nosotros.
La paz exterior, la paz colectiva, pasa obligatoriamente por la paz en nosotros mismos.
Mientras haya gente egoísta, aferrada a lo material, existirá la
explotación en el mundo. Mientras haya personas que odian a otras por el
mero hecho de tener ojos de diferente color, o porque les han caído
mal, existirá el racismo en el mundo. Mientras haya gente que en vez de
contestar con buenas palabras y razones, en lugar de entender al de
enfrente, le de un golpe o una patada, existirá al violencia en el
mundo.
Tenemos
que recrear un mundo nuevo, recrear un mundo diferente. Esa recreación
de un mundo distinto, de un mundo nuevo, pasa por cada uno de nosotros.
Tenemos
que tratar de salir del manicomio, tenemos que intentar regresar a una
actitud simplemente normal, personal. Precisamos de una actitud
personal, un contacto humano, un poco de amor entre las manos, y volver a
tener una actitud natural frente a la gente, frente a la Naturaleza.
Aquel que más ama, que más fuerza de voluntad pone en sus actos, en sus pensamientos, en su corazón, es naturalmente padre. Aquel que sabe dar a todos de la mejor manera lo que tiene en su corazón, de forma simple, para que pueda entenderse y sentirse.
¿Y si el mundo lo cambiase una sonrisa, una actitud diferente?
Si
cada uno puede esforzarse en su interior, si puede sonreír un poco más,
si mañana, cuando salga el Sol, se ve en el espejo con un rostro no
contaminado, si lanza a la gente una sonrisa, encontrará Paz.
Paz
es alegría, es armonía, es poder realizar en el mundo las mejores
cosas. Volvámonos como una lámpara transparente, para que la luz que por
gracia de Dios tenemos todos, pueda llegar a todas partes. Se trabaja
por la paz manifestando lo que hay dentro de nuestro corazón de manera
que se pueda ver, que se pueda sentir.
La paz nace de nuestra propia guerra interior, de nuestro enorme esfuerzo y acción, de nuestro enorme Amor.
Benditos
sean aquellos que pueden sentir ese amor. Benditos sean aquellos
portadores de la paz. Benditos sean aquellos que tienen el valor de
decir que la paz es fundamental para todas las cosas.
Que
la Paz reine en el mundo, reine en nuestros corazones y en cuanta
relación exista entre las personas, los animales y las plantas. Entonces
Dios estará con nosotros.
Extracto de la conferencia del Prof. Jorge A. Livraga "La Paz Interior y Exterior ¿es posible?"
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