¡desearían que viniese a presentarse a ellos en persona! E incluso aún así, no es del todo seguro que esto les bastara.
Mirad: ¿qué hay de más presente, de más visible, de más brillante que el sol? Solamente si permanecemos parapetados detrás de los postigos cerrados, no sabremos, incluso, que existe. Aquel que quiere verlo, debe abrir, al menos, una
ventana, porque el sol no tratará de imponerse atravesando las paredes y los postigos.
Del mismo modo, para descubrir la presencia de Dios, debemos abrir en nosotros, al menos, un pequeño tragaluz. Sí, somos nosotros los que debemos hacer algo y no Dios. Dios ya hace lo que debe hacer: está aquí, es suficiente. A nosotros nos corresponde procurar alcanzar este grado de conciencia superior que nos revelará su presencia. "
Omraam Mikhaël Aïvanhov