El
fortalecimiento espiritual es un ingrediente clave para restablecer
nuestro equilibrio interno, potenciar la integridad y ejercitar nuestra
libertad de elección.
Algunas características de la persona que se fortalece espiritualmente:
· Basa sus decisiones en sus valores y principios de integridad
· Desarrolla actitudes de perdón y de no divulgar los errores de los demás
· Acepta a los demás como son y aprecia que cada uno es diferente
· Su fortaleza y ecuanimidad interior le
permiten acomodar las diferentes idiosincrasias a la vez que mantiene
su propia dignidad y principios
· Se da cuenta de que es más efectivo enseñar con el ejemplo que corrigiendo y tratando de cambiar a los demás
· Sabe amoldarse a las situaciones y
manejarse con equilibrio ante la abundancia o escasez de recursos (no
depende de los mismos)
· La fortaleza espiritual le capacita a
afrontar el peligro y el dolor físico o emocional, el cambio y la
pérdida con entendimiento y perspectiva
· En vez de atraparse en las situaciones
adversas, sabe observar las escenas con desapego y sin reaccionar,
discerniendo siempre cuál es la respuesta idónea con la que puede
contribuir
· Procura ir más allá de los detalles y complejidades y dirigirse directamente a la esencia de los asuntos y situaciones
· Tiene éxito en responder siempre con acciones positivas
· Basa su felicidad en sus cualidades
innatas y talentos naturales y no en los logros externos ni en la
alabanza o reconocimiento de los demás
· Aprovecha las oportunidades que se le presentan para mejorar sus habilidades y desarrollar su potencial
· Sabe defender lo que cree de forma asertiva y con coraje
Estos puntos también nos pueden ser útiles como indicadores de progreso espiritual, sirviéndonos de guía y de espejo.