Si
la cuestión sobre las creencias se enfoca como un tema de opinión,
acepto que cada uno pueda ejercer su libertad como le parezca. Sin
embargo, las creencias sustituyen en muchas ocasiones las carencias,
precisamente se han creado para eso. Es una estrategia muy antigua la de
crear un modelo omnicomprensivo que sirva lo mismo para un roto que
para un descosido. Es fácil sustituir el vacío de conocimiento con una
creencia, cuando no se dispone de una experiencia o una comprensión de
las cosas que lo ocupe o lo explique.
Creer es fácil, mucho más fácil que no creer; quienes se consideran creyentes tienen "resuelta" buena parte de su existencia. Cuando algo va bien, es por que el destino les sonríe; cuando va mal, es porque los hados se han enojado. Esta es la mejor forma de no asumir la responsabilidad sobre la propia existencia, de no sentirse dueño de sí mismo, de no ser independiente, de asumir la impotencia de cambiar las cosas y de aceptar la inercia como algo normal; pero también es la mejor forma de agonizar lentamente, de no crecer y de no respetarse a uno mismo.
Siempre he pensado que las creencias deben ser una consecuencia, no una causa. Cuando alguien dice que cree en Dios, está diciendo al mismo tiempo que no cree en sí mismo, porque creer en sí mismo requiere en primer lugar cuestionar la existencia de Dios, para cuestionar todo lo demás después. Cuestionar las cosas, ha sido el procedimiento que ha permitido al ser humano alcanzar progreso en la ciencia, la técnica y el conocimiento; es el legado de nuestros antepasados, la herencia cultural de la humanidad. Sin embargo, también ha sido la forma en la que hemos alcanzado la alienación en la que vivimos, sobre todo, cuando descubrimos que "vivir mejor" en términos materiales, no coincide con "sentirse mejor" en términos humanos.
Es cierto que la ciencia sólo nos ha llevado a vivir mejor, más tiempo, en mejores condiciones; pero no nos puede procurar una vida plena, completa, excelente; tal vez en el futuro cambien las cosas, pero hoy por hoy, nuestro bienestar material objetivo no correlaciona con nuestra sensación de bienestar subjetivo, es decir con nuestra felicidad.
Ahora bien, las creencias no nos van a hacer tampoco felices, como tampoco procuraron felicidad a nuestros antepasados. Las creencias, cualquier creencia religiosa, busca la aceptación de la realidad tal como es, eliminar la necesidad de cambiar a mejor, olvidarse de uno mismo como entidad única. Las creencias religiosas se opondrán siempre al progreso de la humanidad, por que se basan en la permanencia de una foto fija de la realidad, sea el tao, el Corán, la biblia o la tora. Son enseñanzas para no hacer, para resignarse, para aceptar la imposibilidad del cambio.
Las creencias religiosas son el antídoto de las creaciones humanas. Todas las religiones, en todas las ocasiones y circunstancias se oponen a cualquier interpretación de la realidad que no sea la suya, e intentan laminar cualquier otro tipo de creencia sea racional o irracional, para erigirse de forma hegemónica ante sus posibles fieles.
Todas las creencias religiosas niegan al ser humano, porque lo hace un apéndice de la obra de su creador. La creación está reservada al "Creador", sólo Dios, Alá o Buda pueden crear, pero no el hombre, el hombre debe someterse a la creación divina.
Que la ciencia no pueda explicarlo todo, no quiere decir que lo que no explique sea inexplicable o inalcanzable, y por lo tanto "demuestre" la existencia de Dios. Más bien al contrario, que la existencia de Dios no pueda demostrarse más que por la fe, la gracia o la iluminación, pone en entredicho a Dios, no a la ciencia.
Para concluir esta larga disertación, Voltaire, personaje al que admiro, deísta, y crítico, es el autor de la frase "No hay reloj sin relojero", al referirse al mundo y al ser humano. El problema es que cada día nos damos más cuenta de que este mundo, que nosotros habitamos, puede ser cualquier cosa menos un reloj.
La pretensión de que las cosas no cambian es precisamente lo que rebatió Darwin, tardando casi 25 años en decirlo desde que lo había pensado por primera vez. Las cosas cambian cada día, a eso se llama evolución, que el ser humano evoluciona es algo que está demostrado contemplando un hormiguero del paleolítico y un hormiguero actual, son exactamente iguales. Una ciudad de hace 5000 años, tiene muy poco que ver con una ciudad actual, tanto en lo que es, como en lo que en ella ocurre.
La existencia de Dios todavía está por demostrar. Lo que sí está demostrado es el aprovechamiento que han hecho los defensores de su existencia en su propio beneficio a lo largo de la historia de la humanidad, y el perjuicio que han ocasionado a quienes no pensaban o sentían como ellos.
El hombre necesita creer en algo, pero en primer lugar debe creer en sí mismo, esto es respetarse, y posteriormente, desde su conciencia debe tratar de comprender la vida, el mundo, o la idea de Dios, si así se quiere. Creer también es un acto de libertad.
Fuente: Enrique
Creer es fácil, mucho más fácil que no creer; quienes se consideran creyentes tienen "resuelta" buena parte de su existencia. Cuando algo va bien, es por que el destino les sonríe; cuando va mal, es porque los hados se han enojado. Esta es la mejor forma de no asumir la responsabilidad sobre la propia existencia, de no sentirse dueño de sí mismo, de no ser independiente, de asumir la impotencia de cambiar las cosas y de aceptar la inercia como algo normal; pero también es la mejor forma de agonizar lentamente, de no crecer y de no respetarse a uno mismo.
Siempre he pensado que las creencias deben ser una consecuencia, no una causa. Cuando alguien dice que cree en Dios, está diciendo al mismo tiempo que no cree en sí mismo, porque creer en sí mismo requiere en primer lugar cuestionar la existencia de Dios, para cuestionar todo lo demás después. Cuestionar las cosas, ha sido el procedimiento que ha permitido al ser humano alcanzar progreso en la ciencia, la técnica y el conocimiento; es el legado de nuestros antepasados, la herencia cultural de la humanidad. Sin embargo, también ha sido la forma en la que hemos alcanzado la alienación en la que vivimos, sobre todo, cuando descubrimos que "vivir mejor" en términos materiales, no coincide con "sentirse mejor" en términos humanos.
Es cierto que la ciencia sólo nos ha llevado a vivir mejor, más tiempo, en mejores condiciones; pero no nos puede procurar una vida plena, completa, excelente; tal vez en el futuro cambien las cosas, pero hoy por hoy, nuestro bienestar material objetivo no correlaciona con nuestra sensación de bienestar subjetivo, es decir con nuestra felicidad.
Ahora bien, las creencias no nos van a hacer tampoco felices, como tampoco procuraron felicidad a nuestros antepasados. Las creencias, cualquier creencia religiosa, busca la aceptación de la realidad tal como es, eliminar la necesidad de cambiar a mejor, olvidarse de uno mismo como entidad única. Las creencias religiosas se opondrán siempre al progreso de la humanidad, por que se basan en la permanencia de una foto fija de la realidad, sea el tao, el Corán, la biblia o la tora. Son enseñanzas para no hacer, para resignarse, para aceptar la imposibilidad del cambio.
Las creencias religiosas son el antídoto de las creaciones humanas. Todas las religiones, en todas las ocasiones y circunstancias se oponen a cualquier interpretación de la realidad que no sea la suya, e intentan laminar cualquier otro tipo de creencia sea racional o irracional, para erigirse de forma hegemónica ante sus posibles fieles.
Todas las creencias religiosas niegan al ser humano, porque lo hace un apéndice de la obra de su creador. La creación está reservada al "Creador", sólo Dios, Alá o Buda pueden crear, pero no el hombre, el hombre debe someterse a la creación divina.
Que la ciencia no pueda explicarlo todo, no quiere decir que lo que no explique sea inexplicable o inalcanzable, y por lo tanto "demuestre" la existencia de Dios. Más bien al contrario, que la existencia de Dios no pueda demostrarse más que por la fe, la gracia o la iluminación, pone en entredicho a Dios, no a la ciencia.
Para concluir esta larga disertación, Voltaire, personaje al que admiro, deísta, y crítico, es el autor de la frase "No hay reloj sin relojero", al referirse al mundo y al ser humano. El problema es que cada día nos damos más cuenta de que este mundo, que nosotros habitamos, puede ser cualquier cosa menos un reloj.
La pretensión de que las cosas no cambian es precisamente lo que rebatió Darwin, tardando casi 25 años en decirlo desde que lo había pensado por primera vez. Las cosas cambian cada día, a eso se llama evolución, que el ser humano evoluciona es algo que está demostrado contemplando un hormiguero del paleolítico y un hormiguero actual, son exactamente iguales. Una ciudad de hace 5000 años, tiene muy poco que ver con una ciudad actual, tanto en lo que es, como en lo que en ella ocurre.
La existencia de Dios todavía está por demostrar. Lo que sí está demostrado es el aprovechamiento que han hecho los defensores de su existencia en su propio beneficio a lo largo de la historia de la humanidad, y el perjuicio que han ocasionado a quienes no pensaban o sentían como ellos.
El hombre necesita creer en algo, pero en primer lugar debe creer en sí mismo, esto es respetarse, y posteriormente, desde su conciencia debe tratar de comprender la vida, el mundo, o la idea de Dios, si así se quiere. Creer también es un acto de libertad.
Fuente: Enrique
http://paraserfeliz.blogcindario.com/2006/06/00003-la-necesidad-de-creer.html