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sábado, 26 de mayo de 2012

EL ARTE DEL DESAPEGO Y EL AMOR INCONDICIONAL

Ahora, el amor incondicional habita en el seno de la diosa. ¿Y por qué yo encuentro que eso es lo más hermoso que hay? Porque significa que esa mujer tiene más amor que asociación, y en el lugar de la asociación vive solamente el amor, porque eso es lo que queda cuando te deshaces de los puntales del victimismo en todos los niveles de tu vida. Y ahora digo que la diosa está sana y salva, porque de su seno fluye solamente amor. No es artificial; ella es, porque ahí no hay nada más que eso. ¿Y por qué es esto tan importante? Porque esa es la cualidad que constituye a un Cristo. Ese es el amor que cura; ese es el amor que une; y ese es el amor que alimenta. Y el amor no puede existir en un estado de apego. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Date la vuelta y explícale a tu compañero. Ahora, una de las razones por la que dejas intacto a ese demonio al que estás empezando a entender un poco más, es que —veámoslo de esta manera— si neutralizaras al Yo sombrío dentro de ti, te asustaría lo que serías sin él. En otras palabras, ¿cuál sería entonces el estímulo de tu conversación? ¿Cuántos de vosotros entendéis? Y también te asusta el que no tendrías una razón para levantarte cada mañana y culminar tu día con sangre, sudor y lágrimas sin tener un ataque de nervios. Piensa en esto. La gente está aterrada de desnudarse hasta llegar al límite del desapego, porque eso significa que hay un verdadero miedo a lo que puedan ser o en lo que se puedan convertir, pues han compartido una amistad verdadera y provechosa con aquello que se llama el Yo sombrío. Están ligados a los apegos. ¿Cuántos entendéis?  

Ahora, ese es un concepto que acobarda. Sin ir más lejos, en este monólogo, que esta declaración —porque yo no quiero que pierdas los estribos y crees entonces un apego a la enseñanza que te acabo de dar, lo cual es siempre un riesgo—, ¿por qué no piensas entonces que quizás la razón por la que no quieres renunciar a tu pasado es que ha sido un muy buen compañero en tu presente, y ello significaría realmente tener que ser una persona diferente? Y al ser tú la persona que siempre quiere estar en control de tus apegos, eso te pone un poco fuera de control. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Yo te digo: los santos nacen a raíz de este fuego —en verdad lo hacen— y también los maestros, gente auténtica y genuina que está en una misión divina para encontrar esa falla que ha inhibido su progreso durante milenios. La están buscando, la quieren de verdad. ¿Sabes? Tú no tienes un montón de karma. Lo que tienes es una falla —una falla— de la que te puedes adueñar, y es la falla más obvia en tu vida. Y te puedes adueñar de ella cuando sacas tu espada y derribas esas muletas que la sostienen y te das cuenta de que está vacía. Y son las muletas las que te siguen trayendo de regreso vida tras vida tras vida. ¿Entiendes? Ahora sabemos que al hablar de una enseñanza como esa hay algunos de vosotros que no me escucháis. Tenéis lo que se dice un oído selectivo; así os perdéis muchas de mis enseñanzas. Hay espacios completos de los que no recordáis nada, y yo soy mucho mejor orador que eso. El oído selectivo actúa cuando no quieres escuchar lo que te estoy diciendo. Pero yo te digo: estás aquí para escucharlo; viniste aquí para escuchar lo que no quisiste escuchar antes.  

Ahora, nuestro primer paso en esta resolución es que nos ha tomado todos estos años llevaros hasta un punto de conocimiento más allá de la superstición y el fanatismo, llevaros hasta el punto en que ahora ya podemos ir hasta el centro y hablar de esto sin histeria. Yo voy a seguir teniendo aquí gente histérica, porque ellos no escuchan. Ellos no escuchan la enseñanza completa ni la contemplan profundamente, ni ven por sí mismos que todos estos bloqueos están realmente vacíos, y que lo único real en ellos es la culpa. Y cuando nos deshacemos de eso, no hay nada más y todo lo que existe ahí es amor. Esa es la cualidad de Dios que estamos buscando aquí. Ese es el poder que mueve montañas. Bueno, tomó todo este tiempo traerte a este pequeño lugar para que escucharas este simple mensaje; y es así de sencillo. ¿Qué tan difícil será entonces desprenderte de tus apegos? No es difícil en absoluto, mi querida gente, porque con un enfoque aplicado a la carencia sin personas, lugares, momentos y sucesos, ésta no se puede sostener como carencia, no existe. Y cuando esa iluminación ocurra, el cerebro se revolucionará para reconectar sus circuitos exactamente de acuerdo con ese entendimiento. ¿Y qué ocurre cuando te das cuenta de que no existe tal cosa en ti como la carencia o el miedo o la enfermedad o la maldad o la ignorancia, o cualquier otra cosa que quieras nombrar? ¿Qué pasa en ese momento cuando sabes eso? Todo el espacio de esa contemplación se desvanece, porque no se puede sostener a sí mismo.  

Y se limpia, y un poder toma posesión de él. Es un poder de espacio libre, es amor. Y es en ese lugar donde sucede lo milagroso. Lo milagroso no sucede en el pasado ni en el futuro; sucede en el momento que estás presente, en contemplación; es ahí cuando sucede el milagro. Es el único espacio donde puede ocurrir. ¿Cuál es el milagro? El milagro es abolir la mentira; y en su lugar aparece la abundancia. Siempre estuvo ahí, siempre ha estado ahí. Y  aquellos de vosotros que no oís muy bien, continuaréis protegiendo vuestra pequeña y sucia conciencia, y vuestro pequeño y sucio modo de pensar. Y seréis los poseedores de vuestro pasado, porque os da una razón para quejaros y algo por lo que trabajar, pues vosotros no creéis en mí, sino en vuestra carencia. Y aquellos de vosotros que os aferráis a vuestro tormento —vuestro tormento imaginario, vuestra traición imaginaria, vuestra ilusoria reacción desagradable—, aquellos de vosotros que os aferráis a él, vuestra vida no será más que un infierno, no sólo por el resto de esta vida, sino por todas las vidas que vendrán. ¿Y cuál es el salario que recibimos por estar apegados a este Yo sombrío? Es que el amor por este ser erróneo se vuelve más seductor que el amor a la vida —y sus oportunidades, que nos permiten que cada día el amor a esta bestia sea más importante que el amor a la vida— y la participación en ese amor en cada aspecto, cada acción y cada pensamiento es tal que podríamos decir que estamos realmente vivos y que, en verdad, hemos vivido. 

Tu manera de pensar equivocada y pequeña nunca te permitirá experimentar la vida, pobre de ti. Y nunca serás un maestro en esta escuela, porque el sueldo de la maestría es muy estricto. Demanda la conquista de uno mismo; más que eso, demanda la absolución de lo divino en nosotros. Eso significa la liberación de nuestra divinidad. ¿Y dónde está esa divinidad? Está justo en el lugar donde crees que está tu carencia. Y nuestra divinidad es la voluntad. Es la espada de la voluntad la que nos permite, como legisladores, determinar qué clase de vida queremos. Yo digo que no hay enemigo que no hay hombre ni mujer ni hay padre tan poderoso que me pueda robar mi vida y mi poder de hacer de mi vida lo que quiera. Nunca hubo nadie tan poderoso en mi vida. ¿Por qué tendría que haberlo en la tuya? Así pues, aquellos de vosotros que tenéis oídos, escuchad lo que he dicho y no lo interpretéis de modo diferente a como yo os lo he enseñado. Y aquellos de vosotros que queréis saber, vuestra libertad está cerca; vuestra absoluta levedad del ser está a vuestro alcance. Y no me importa quién seas, no me importa qué idioma hables, si sabes leer y escribir o si no sabes, todos somos iguales ante Dios. Y cuando todos tenemos ese momento de mirarnos a los ojos, ver nuestras limitaciones y calificar nuestra carencia por lo que la sustenta, y después deshacernos de lo que la sostiene, entonces te juro que estamos ejecutando lo divino, y todos nosotros tenemos la capacidad de hacer eso. El amor es un imán. Es magnético y poderoso. La carencia es artificial, limitada, destructiva. Así, lo verdaderamente maravilloso en esta escuela aún está por aprenderse, pero no puede aprenderse hasta que esta lección sea practicada y quede adueñada. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Que así sea.

RAMTHA