
El Sr. Pravdivstev prosiguió para señalar la correlación entre esta
habilidad y el centro del cerebro, conocido como el tercer ojo,
declarando: “Las tradiciones orientales antiguas pueden probar nuestra
suposición: Ellos dicen que la radiación proviene de los centros
energéticos del ser humano. La ciencia esotérica llama a este centro el
tercer ojo”.
También, la existencia del tercer ojo en ciertos animales ha sido bien
establecida en el campo de la zoología. Muchos reptiles y aves han
mostrado tener un tercer ojo, el cual se correlaciona con la glándula
pineal y que no ve de la misma manera que los ojos físicos, sino que
percibe la luz y el calor. Más aun, se ha encontrado que la glándula
pineal humana posee receptores de luz que produce melatonina, sustancia
cuya liberación es determinada por la cantidad de luz que recibe el
cuerpo. (Véase la Revista Noticias #133, “La
glándula pineal y la melatonina”).
Pero los científicos generalmente han minimizado la importancia de la
función de la glándula pineal en la fisiología humana. Aunque es similar
al tercer ojo de ciertos animales, los humanos no usan esta glándula para
percibir luz directamente. Y un descubrimiento reciente de que los ojos
físicos también pueden producir melatonina, parecería hacer de la función
de la glándula pineal humana algo incluso menos significativo. Finalmente,
a diferencia de los animales, el tercer ojo de los humanos está enterrado
profundamente dentro del cerebro y esta diferencia de localización podría
hacer que la glándula pineal humana parezca aún menos vital. Porque, en
términos de evolución, pareciera que la glándula está desapareciendo
lentamente, más bien que sirviendo a una función vital de supervivencia
actual.
Pero, los hallazgos en investigaciones, tales como los de Vitaly
Pravdivstev antes discutidos, podrían urgir a la ciencia moderna a asumir
una nueva perspectiva al respecto. La habilidad de proyectar imágenes
fotográficas implica un nivel de funcionamiento que no solamente es más
completo de lo que los científicos reconocían previamente, sino que
también indica que este órgano realmente puede “ver” por sí mismo y operar
más allá del nivel de la mera supervivencia física. De modo que puede ser
cierto que, mientras que para muchas personas el tercer ojo ha caído en
desuso, la razón podría ser enteramente diferente de lo que la ciencia ha
creído por largo tiempo. La glándula pineal podría necesitar solamente la
clase de despertar al cual la Maestra hace referencia como “reconectarse
con Dios” para asumir su verdadera función.
Otro autor, el teosofista G. de Puruker, escribió en los años 20 acerca
de la glándula pineal y la evolución de la humanidad desde una perspectiva
más bien espiritual que biológica:
Incluso ahora la glándula pineal es la fuente del conocimiento intuitivo. Siempre que tenemos un presentimiento esta glándula está vibrando suavemente; cuando tenemos una inspiración o un destello de entendimiento intuitivo, vibra más fuertemente. Sin embargo, no le va muy bien, debido principalmente al trabajo de los dos ojos físicos, los cuales la superan. A medida que pase el tiempo los dos ojos se harán lentamente cada vez más perfectos en cuanto a su función, pero mermarán en importancia, y el “primer ojo” mostrará su verdadero valor.
Quizá la referencia del Sr. de Puruker al “primer ojo” siendo
reconocido una vez más por su verdadera importancia, coincida con nuestra
entrada a la Era Dorada. De ser así, el estudio de Pravdevstev podría
representar una validación anticipada por parte de la ciencia de la
verdadera importancia y significado del ojo de la sabiduría. Y por tanto,
tal como dice la Maestra, el ojo de la sabiduría es donde “vamos” para
reconectarnos con Dios internamente, en las décadas venideras todos
nosotros iremos apreciando más profundamente la importancia de nuestra
conexión divina con Dios.