“Somos esclavos de lo que decimos y señores de nuestros silencios”.
Una clave maravillosa de bienestar y que además favorece la
comunicación celestial es el silencio interior. El silencio en sí mismo
contiene una sabiduría tan infinita, que ha sido denominado como la
lengua del corazón. Y no me refiero solamente al silencio común de no
pronunciar palabra, sino también a acallar la mente bulliciosa ya que
el silencio mental es muy superior al del habla.
Cuando dormimos profundamente, entramos en contacto directo con el
extraordinario poder del silencio. Es por ello que los sueños
constituyen una fuente increíble de guía divina, sanación y mensajes
angelicales. Sin embargo, también podemos aprender a acceder a las
bondades del silencio interior en estados conscientes de vigilia.
El silencio no es exactamente la ausencia de sonidos externos. Es más un estado de tranquilidad en el que podemos oír lo
que se mueve en nuestro interior con mayor claridad. Una conexión y
verdadera comunicación con Dios al sincronizar nuestra consciencia con
Su conciencia.
Entre los beneficios del silencio interior encontramos que ejerce
una influencia sedante asombrosa sobre el cerebro y el sistema nervioso.
Desarrolla la fuerza de voluntad, aporta paz mental, promueve la
paciencia y frena el impulso de la palabra, entre otros. Además, es de
gran ayuda para controlar las emociones tóxicas. Por ejemplo, el
desasosiego, el malestar y la irritabilidad desaparecen y se siente uno
lleno de serenidad, fortaleza, sabiduría, paz, quietud y alegría.
Invierta en usted, ajuste su agenda personal y regálese al menos un
espacio de silencio cada día. Adicional al hecho de relajar su cuerpo
por completo, le ayudará a adiestrar su mente para permanecer aquí y
ahora en el presente, sin los fantasmas del pasado o las incertidumbres
del futuro.
Al hacer silencio, usamos el poder de la introspección que es lo
mismo que “ir hacia adentro” porque todo el conocimiento ya está ahí,
en nuestro interior. Al reencontrarnos con nuestro propio Ser,
recordamos quiénes somos, dejamos de hacer preguntas afuera y hallamos
en nuestra mente serena las respuestas.
De todas maneras, hacer regularmente un ayuno de la palabra es
provechoso también ya que reeduca al ego, el cual tiene la enloquecedora
costumbre de hablar todo el tiempo. Además, las palabras escritas y
habladas poseen gran fuerza y en ocasiones su energía se puede
desperdiciar por medio de charlas ociosas.
A parte del ruido exterior, desconéctese literalmente de su propia
palabrería mental, de sus conversaciones internas y conéctese con su
Ser Superior a través de este sencillo ejercicio de silencio que a
continuación comparto:
Apague su celular, radio, televisión, etc. y pida no ser
interrumpido. Siéntese cómodamente, invoque la presencia de sus ángeles
guardianes y pídales que lo asistan y aclaren sus canales de
comunicación con la Divinidad. Cierre sus ojos y respire profundamente
varias veces reteniendo el aire por unos instantes. En la primera
inhalación, inspire Paz. En la siguiente Amor. Luego: Luz, Alegría, Salud
y cualquier otra sensación de armonía que desee. En cada una de las
exhalaciones, entregue a Dios y a sus bellos mensajeros, sus miedos,
angustias y todo lo que usted sienta que no marcha bien en este momento
de su vida.
Después, respire cinco veces de manera continua. Es decir, sin hacer
pausa entre inhalación y exhalación, formando un círculo en su
respiración. Mantenga su atención en la acción de respirar sin detenerse
en ningún pensamiento conscientemente. Si aparece alguno, no luche con
él. Déjelo pasar, céntrese y continúe respirando. Deléitese con el dulce
sonido de la tranquilidad y permanezca en paz con su cuerpo, sus
emociones, su Ser.
En esta segunda parte no es conveniente respirar más de cinco veces
porque se puede marear ya que generalmente el cuerpo no está
acostumbrado y la energía que se genera es bastante fuerte. En la medida
que vaya haciendo progreso en esta práctica, podrá ir añadiendo más
respiraciones.
Es normal encontrar dificultad al empezar a practicar el silencio
porque se puede sentir que los pensamientos inútiles y/o negativos nos
acechan. No se desespere. La práctica del silencio debe ser gradual y
como cualquier disciplina, requiere decisión, dedicación y
determinación.
Entre el caos y la prisa del mundo en que vivimos, el silencio es una
de las mejores herramientas con la que cuenta para acercarse a la
Divinidad y a usted mismo. Además de ser una práctica transformadora, el
silencio es una experiencia muy personal y elevada de la conciencia. Un
encuentro con Dios, con el Poder que somos.
Martha Muñoz Losada