Es bondadosa cuando te dejas fluir y y vives en armonía con
ella. Muchos a veces se quejan de que llueve mucho, o el día está gris, o es muy soleado. La naturaleza
tiene su encanto y sus bendiciones para todos en cualquiera de sus
facetas. Dejate envolver por sus influjos divinos y disfruta, celébrala,
bendicela, agradécele.
Porque de lo contrario siempre estarás quejándote de que no puedes ver el bosque por culpa de los árboles.
Muchos recordaréis aquel fantástico
anuncio de una marca de coches en el que aparecía Bruce Lee diciendo estas
palabras:
“Vacía tu mente. Libérate de las formas.
Como el agua. Pon agua en una botella y será la botella. Ponla en una tetera y
será la tetera. El agua puede fluir… o puede golpear. Sé agua amigo.”
Puede que muchos no entendáis este
mensaje. Pero en el trasfondo de estas palabras se encuentra una filosofía de
vida muy poderosa, la cual merece la pena conocer.
Como todos sabéis, el agua es una
sustancia de carácter líquido, formada por dos átomos de hidrogeno y uno de oxígeno,
y es esencial para la supervivencia de casi cualquier forma de vida. La
particularidad de este elemento, es que en su estado natural (líquido), se
puede atravesar, se puede golpear, se puede intentar alterar su forma de
cualquier manera, pero nunca se rompe, siempre se adapta. El agua es blanda,
pero ni mucho menos es débil. Cuando está enfurecida y ataca con toda su
fuerza, puede penetrar por los huecos y las grietas de cualquier objeto,
resquebrajándolo desde su interior.
Se trata de un concepto difícil de
entender, pero si lo aplicáramos al día a día, sería una forma de vivir
mientras pensamos, sentimos y actuamos de una manera acorde a lo que
percibimos, aceptando nuestra realidad y no oponiéndonos a ella , en cierto
modo, dejar que cada suceso de nuestra vida nos afecte en su justa medida.
Por culpa de nuestro ego generamos un
modelo de nosotros mismos que muchas veces puede chocar frontalmente con
nuestro entorno. Sino somos capaces de ser más flexibles y aprender a
adaptarnos a las cambiantes circunstancias de nuestra realidad, sufriremos
permanentes estados de tensión y ansiedad. Por ello es importante buscar una
situación permanente de serenidad que nos haga ver las cosas desde un prisma
que nos permita moldearnos a las circunstancias, y no oponernos constantemente
a ellas.
Un
reflejo de esta forma de actuar en la vida se podría denominar como
asertividad, término empleado en comunicación para definir a aquella forma de
interactuar basada en la defensa de los derechos propios y el respeto a los
demás, es decir, en la cual la persona ni agrede, ni se somete a la voluntad de
los otros. Es una forma que difiere de la mera pasividad, en la que no
reaccionamos ante una agresión externa, o de la agresividad, en la que la mayoría
de las veces se caracteriza por dar una respuesta desproporcionada a lo que la
situación requiere. Esta forma de comportamiento se caracteriza por la
serenidad y la muestra de autoconfianza, ajustando la emoción a las características
de la situación, sin que por ello se vean mermados los derechos propios.
Ya
decía Aristóteles que: “Cualquiera puede
enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en
el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo
correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”
Por tanto, tenemos que tratar de ajustar nuestras emociones y
nuestras respuestas a las características de la situación, ya que de esta
manera nos haremos respetar más que desde la intimidación, y tendremos una
mentalidad más clara a la hora de seleccionar nuestras acciones.
Pensad que si fuéramos como el agua, ninguna agresión externa
debería afectarnos más allá de lo que realmente merece. Sin embargo, empleando
toda nuestra voluntad para lograr algo de lo que estamos realmente convencidos,
ser como el agua implica ser un torrente imparable para la consecución de
nuestros objetivos. Porque cuando se encuentra con algún obstáculo, el agua busca
vías alternativas para seguir fluyendo. De ese mismo modo tenemos nosotros que
fluir, volviéndonos más flexibles, más constantes, y dejando de ser las víctimas
de nuestras vidas.
Seamos los autores de nuestra propia vida, seamos como el
agua.