Para surgir y para crecer, para nacer y para vivir.
Quizás la vida no es más que eso: una constante lección de paciencia. Pobre de aquel que se rebela y cree que con gritos
y quejas va a cambiar lo inevitable.
La paciencia, un valor que se afianza cuando seamos realistas, cuando somos creyentes y cuando actuamos
con humanismo.
Después de Dios que a diario es paciente con nuestros errores, la mejor maestra de ésta virtud es la naturaleza.
Ella nos enseña a avanzar paso a paso, a esperar la marea alta después de la marea baja y a dejar que transcurra el
tiempo entre la siembra y la cosecha.
Saber vivir es aprender a ser pacientes y tolerantes con nosotros mismos y con los demás sin caer en la pasiva
resignación.
Saber vivir es darle tiempo al tiempo, convencidos de que ninguna planta crece cuando la halamos y que
cada día trae su propio afán...
TODO LLEGA AL QUE SABE ESPERAR....
Gonzalo Gallo