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lunes, 4 de junio de 2012

LAS FASES DEL CAMINO

En un principio podemos imaginarnos equivocadamente que la práctica espiritual es un viaje lineal, que recorre un cierto paisaje hasta el lejano destino de la iluminación. Pero se describe mejor como un amplio círculo o espiral que abre nuestros corazones hasta incluir a toda la vida en un todo espiritual.

La práctica es como una montaña rusa. Cada subida suele ser seguida de una bajada. Comprenderlo nos permite cabalgar con mayor facilidad en ambas fases… Además de los ciclos de subida y bajada, hay un ciclo dentro-fuera. O sea, existen fases en las que te ves propulsado al mundo interior y todo lo que buscas es un lugar tranquilo, y luego existen épocas en las que te diriges hacia fuera y te quieres ver inmerso en el mercado. Amabas fases del ciclo forman parte de nuestra propia práctica, que de entrada consideramos una parte de nuestra vida hasta que nos demos cuenta que todo lo que hacemos forma parte de la práctica.

La naturaleza de la existencia es transformación constante. ¿Cómo hallar un modo de reconocer estos ciclos naturales de la vida en la práctica espiritual? En primer lugar, hemos de respetar estos ciclos cambiantes que nos trae la vida y aceptar la tarea interna que les acompaña. Aunque esto pueda parece evidente, nuestra sociedad ha perdido el contacto con dichos ritmos, y de distintos modos se nos enseña a ignorarlos. Los niños se ven forzados a la disciplina y una educación académica temprana, en lugar de ser libres para jugar y aprender de modo saludable. Muchos hombres de mediana edad viven una adolescencia prolongada, y muchas mujeres luchan para permanecer jóvenes a fin de eludir la madurez. La vejez se considera como una derrota a la que hay que resistirse y temer.

Cuando respetamos los ciclos naturales de la vida, descubrimos que cada una de las fases de la vida tiene su dimensión espiritual. Mucha gente tiene su primera experiencia espiritual en la infancia; la de una comunicación innata y natural con lo que es sacro. Si nuestra relación con nuestros padres es respetuosa y cariñosa, ello se convierte también en modelo y base para el respeto confianza en el resto de nuestras relaciones.

La independencia y radicalidad de nuestra adolescencia nos proporciona otra cualidad básica para la práctica: la insistencia de querer encontrar la verdad por nosotros mismos, no aceptando nada que no recoja nuestra experiencia.

La vida adulta nos trae sus propios desafíos y aperturas espirituales. Nos volvemos más atentos y responsables con respecto a nuestra familia, comunidad y nuestro mundo. A medida que maduramos, una cualidad contemplativa natural impregna nuestras vidas. Al envejecer, al haber visto muchos ciclos de nacimiento y muerte, se producen un desapego y una sabiduría que crecen en nuestro interior.

Cada fase contiene las semillas para el crecimiento espiritual. Nuestra vida espiritual madura cuando aceptamos conscientemente aquellos desafíos de la vida que son apropiados para nosotros. Por desgracia, hay personas que eluden esos retos.
Jack Kornfield - Camino con Corazón

domingo, 3 de junio de 2012

ALGUNAS SUGERENCIAS PARA FAVORECER EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA


 1. Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de comodidad e incomodidad. Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo que siente al respecto.
 conciencia hombre hermandadblanca.orgSi tu cuerpo envía una señal de inquietud física o emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo  envía una señal de comodidad y anhelo, procede.

2. Vive en el presente, que es el único momento que tienes. Mantén tu atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento. 

Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el Universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario,  sé uno con él.

3. Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior. En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás recontactándote con tu fuente de conciencia pura. 

Presta atención a tu vida interior para que puedas guiarte por tu intuición, antes que por interpretaciones impuestas desde fuera sobre lo que conviene o no te conviene.

4. Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez de tu valer;  tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar importancia a lo que piensen   los demás.

Al comprender esto se logra una gran libertad.

5. Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo mismo.

Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por viejos sufrimientos.

Cuando renuncies a ese enojo te curarás y cooperarás con el flujo del universo.

6. Recuerda que el mundo de allí fuera refleja tu realidad de aquí dentro.

Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior . Lo que más odias es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.

7. Libérate de la carga de los juicios. Al juzgar impones el bien y el mal a situaciones que simplemente son. 

Todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación. Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.

8. No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida o por emociones tóxicas. 

Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada célula es un punto de conciencia dentro del campo de la conciencia que eres tú.

9. Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva el amor.

El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado.

Al recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a asegurarnos

de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de imponer el pasado al presente jamás acabará con la amenaza del sufrimiento. Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad de tu propio ser, que es amor.

Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier amenaza,  porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.


10. Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más profunda.

La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y toda la energía;  como una parte de esta inteligencia reside en ti, participas del poder organizador del cosmos. Como estás inseparablemente vinculado con el todo, no puedes permitirte el contaminar el aire y el agua del planeta. Pero en un plano más profundo, no puedes permitirte el vivir con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión  en el campo total de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es el más elevado  bien para ti y para la Tierra.

sábado, 2 de junio de 2012

CÓMO CAPTAR LA ENERGÍA DE LOS ÁRBOLES...

Cuando caminamos entre los árboles en un parque o un bosque, podemos llegar a sentir la energía que desprenden. Los celtas creían que cada árbol poseía un espíritu sabio y que sus rostros podían verse en la corteza de sus troncos y sus voces escucharse en el sonido de las hojas moviéndose con el viento.

Los árboles nos ayudan a establecer contacto con el poder de la naturaleza, nos dan herramientas para sanarnos, relajarnos, fortalecernos, cargarnos de energía vital y son portadores de los mensajes de la madre Tierra.

Existen cada vez más personas que han comprobado los beneficios de abrazar los árboles. Al revés que con las personas que al abrazarlas podemos notar pérdidas de energía debido a factores emocionales, con un árbol siempre notaremos que nos carga, nunca que nos descarga.

No olvidemos que todo ser vivo es energía, y al igual que nosotros, los árboles tienen la suya propia, muchas veces entramos en sintonía y sentimos como fluye expresando nuestra sensación de bienestar, tranquilidad, serenidad, etc. Desde aquí queremos compartir la energía que te aporta cada árbol en concreto, porque cada uno tiene una característica, determinada por su especie, velocidad de crecimiento, entorno.

¿CÓMO CAPTAR LA ENERGÍA DE LOS ÁRBOLES?
La energía que emanan los árboles, al igual que la nuestra, es invisible al ojo físico, es lo que llamamos el aura, muy perceptible sensitivamente.
El árbol al igual que las personas está emitiendo vibraciones energéticas constantemente y son perfectamente asimilables por el ser humano, se pueden absorber y podemos beneficiarnos de sus efectos.

Existen dos formas fundamentales de captarla:

* A TRAVÉS DE LA EMANACIÓN ÁURICA DEL ÁRBOL
Su extensión es más o menos grande según las características de cada árbol y su situación ambiental. Bastará penetrar en su radio de acción. Este tipo de energía se absorbe con el simple hecho de pasear por un bosque, conscientemente podemos aumentar su captación regulando nuestra respiración a un ritmo tranquilo y algo profundo.

En la práctica, esto lo podemos hacer:
1. Camina entre los árboles y escoge alguno que te llame la atención.

2. Acércate a él, obsérvalo y capta su energía, no trates de analizarlo mentalmente o de establecer un vínculo emocional. Sólo nota su tono vibratorio.

3. Tócalo al mismo tiempo que cierras los ojos, con tu mano izquierda. Reconoce su fuerza y su influencia en el entorno. Observa si es un árbol solitario o un pastor de árboles que tiene influencia sobre el colectivo. Capta si su energía es curativa, o si es protectora y amorosa, o si es sabia, o si es imponente en todo ese territorio o de cualquier otro tipo. Acepta esa energía sin más y pregúntate si deseas recargarte a ti mismo con esa fuerza.

4. Establece contacto con la energía del árbol mediante tu corazón energético. Vacía tu ruido interno, fluye en el amor y escucha al árbol. Capta su espíritu. Preséntate con tu nombre y entra en un espacio donde la comunicación es energética y no sonora. Puedes pedir consejo sobre cualquier situación que necesites, cargarte de energía, relajarte o aceptar su sabiduría.

5. Escucha la en tu corazón, da las gracias, levántate y despídete poniendo tu mano derecha sobre su tronco.


* EN CONTACTO DIRECTO CON EL ÁRBOL
Utilizando las manos:

A través de ellas podemos realizar una captación más consciente, son una zona muy sensible a la emisión y captación vibratoria ya que en la palma existen varios puntos de entrada y salida de energía. La posición más conveniente es la de seguir las grietas o fisuras de la corteza en el sentido que las presenta el árbol.

Utilizando la espalda:
La parte central de la espalda, recorriendo la columna vertebral, se encuentra el canal energético principal del cuerpo. Apoyando esta zona en el tronco del árbol absorberemos la energía que emana.
Desde la antigüedad ya se sabe que cada árbol alberga un espíritu que le confiere una fuerza determinada, una energía que le da un poder genuino y exclusivo, según a la clase que pertenezca.
En ocasiones podemos buscar la fuerza del árbol para mitigar el dolor de una enfermedad, para superar las preocupaciones o simplemente para conseguir alcanzar nuestro propio equilibrio. Este intercambio energético no afecta negativamente al árbol, ya que este las transmite a la Madre Tierra y esta las transmuta completamente.

En las técnicas orientales, como el chi-kung, hay una postura que se llama "abrazar el árbol" . Esta posición estática alinea todos los huesos del modo más eficaz posible.

Budha se iluminó bajo una higuera. Jesús estuvo en el monte de los olivos. A los cátaros les gustaban las acacias. Los Druidas preferían la fuerza masculina del roble para usar su sabiduría. Los jóvenes enamorados buscaban el tilo para confiar sus intimidades amorosas porque representaba el vigor de Venus. De cualquier modo existen diferentes clases de árboles y es un ejercicio interesante conocer las diferentes energías que fluyen a través de ellos. Una buena forma de hacerlo es abrazándolos al mismo tiempo que nos hacemos uno con él.
ANUBIS

lunes, 28 de mayo de 2012

LOS SECRETOS DE LA VIDA NO ESTAN FUERA DE NUESTRO ALCANCE


En mi vida, mis grandes maestros fueron todos los hombres que conquisté, todas las personas que amé, todas las mujeres que conocí, y cada parte de cada ár­bol que encontré en mi travesía. Todos ellos me ense­ñaron a hacer una pausa más adelante en mi vida, y comprender que Dios se embellece en una hoja, y que los secretos de la vida no son tan profundos como para que los hombres y las mujeres comunes no sean capa­ces de percibirlos. Están allí mismo, en el árbol joven que crece a la sombra del más grande esforzándose por alcanzar la luz.
Están allí, en los peces que emprenden el camino de regreso a sus nidos para asegurar la super­vivencia de sus crías, para que ellos también un día puedan ser parte del espíritu de Dios en la materia. Están allí, cuando observas la travesía del humilde es­carabajo, que recorre el traicionero camino de los de­predadores y encuentra suficiente alimento que llevar a su refugio para poder subsistir; o cuando observas las aves acuáticas posarse sobre ríos de esmeralda entre los juncos que crujen, y las observas mientras eligen a sus parejas, es algo muy especial, y ves cómo entregan su vida para construir sus nidos y se pasan largas horas atendiendo el huevo, el huevo sagrado, para engen­drar a las crías y cuidarlas desinteresadamente. ¿No es eso Dios? Esa es una gran enseñanza.

Cuando nos volvemos conscientes de que somos Dios, vemos la vida de manera diferente. La mayoría de vosotros aún se debate en el río turbulento de la humanidad. Todavía estás atrapado en las contrarie­dades de tu pasado, en las heridas de tu cuerpo, en tus redes neuronales. Estás intentado cruzar al otro lado, pero tienes tanto miedo de resultar herido, o de per­derte alguna otra cosa, que te refrenas. Estás atrapado en las contrariedades de cruzar este río.

Contemplemos esto entonces. Cuando no sabemos que somos Dios, sabemos una sola cosa; que somos se­res humanos. Ese saber es tan común que aún no he­mos alcanzado la asombrosa comprensión de que cuan­do sabemos que es eso lo que somos, no es de extrañar, entonces, que seamos parte de las contrariedades de la vida que rasgan la carne y se enganchan a ella, que seamos parte de una vida tan sobrecargada por la car­ne que tenemos miedo de cruzar el río.

El aspecto iluminador de esto es, por supuesto, que nosotros le hemos dado poder a lo que pensamos que somos. Os he observado hace 35.000 y os he observa­do hace poco, pues, tal como se ve, cada instante es propicio al cambio. No hay nada establecido, excepto lo que la divinidad puede establecer para el ignorante, y sólo puede establecerlo conforme al ignorante. La divinidad nunca ha sido capaz de establecer lo divino para la divinidad.
Te he observado y contemplado, porque cuando no sabes que te observan eres más auténtico. Entonces sé qué clase de estudiante tengo, sé cuál es el poten­cial que estás colapsando y qué es lo que realmente deseas vivir. Sé cuál es tu naturaleza común. Esa es la elección más poderosa, pues significa que Dios debe fluir a través de esa naturaleza común del ser humano. Observo cómo todos los días pasas por alto grandes enseñanzas. ¿Y sabes por qué las pasas por alto? Porque jamás las ves. ¿Sabes qué vez? Ves tu cuerpo, tu rostro. Ves lo esbelto o lo gordo que está tu cuerpo. Piensas en comer, en dormir y en copular. Piensas en la ropa. Piensas en todas estas cosas.

Lo que eso me dice, en simples palabras humanas, es que has elegido ver sólo lo que favorece a tu cuerpo. Y eso me dice —y así es— que has ignorado a tu Dios. Todos los días al despertarte, tu elección es o ver el cuerpo y su personalidad o ver al Dios.

Hay unos pocos de vosotros —y nos sobran los de­dos de una mano para contarlos— que están apren­diendo a ver a Dios a diario y comúnmente. Eso significa que para ellos cada día es una lección. Las lecciones no tienen por qué ser difíciles; las lecciones pueden ser maravillosamente asombrosas. Asombrar­se es una experiencia placentera. Estar cautivado por algo tan simple y a la vez ser capaz de ver su mecanis­mo es una experiencia asombrosa. Sois muy pocos los que habéis asumido la naturaleza común de ver lo que sois, lo que queréis ser, Dios. ¿Cómo vemos a Dios en su forma más elevada, más pura y más directa? En la naturaleza, y cuando te levantas y das un paseo y miras a tu alrededor, encuentras regocijo en la luz matinal.
Algunos de vosotros no os regocijáis en la luz ma­tinal porque está lloviendo, pero eso es tu humanidad.
Quiero que lo sepas. Tu humanidad no se regocija en nada que sea molesto, pero tu Dios se regocija en la lluvia, porque es el agua de la vida; nutre la tierra. ¿Y cuándo podrías decir que hay demasiada? Nunca será suficiente.

En el instante que se despiertan, ellos inhalan el aliento de vida y se regocijan en su vitalidad. Si lo que somos refleja exactamente lo que hay en nuestra vida, entonces, ¿qué eres tú? Eres una persona que en el pen­samiento común no necesita que se le recuerde, no necesita ir a mirar una nota que diga: «Hoy observa la naturaleza; allí verás a Dios»; una persona que no ne­cesita hacer eso, que se despierta y ve que ahora es una entidad que ha elegido simplemente verse a sí misma conectada a todo en vez de aislada en una forma hu­mana.
Sin embargo, esta es la paradoja: la entidad que descubre las lecciones de la naturaleza se convierte en un amante de la naturaleza. Sólo observamos aquello que verdaderamente amamos u odiamos. Y la entidad que observa la naturaleza, se observa a sí misma — ¡qué hermoso!—, porque en ese momento es la unión de la totalidad. Eso es un maestro que se está forman do, lo está haciendo silenciosamente. Esa entidad entonces, vivirá una realidad diferente a la realidad de la entidad humana, porque esa entidad puede cruzar el río y caminará sobre el agua, pues es el agua. El ser humano se acercará al agua y dirá: «Te ordeno que te quedes quieta y yo construiré un puente para cruzar­te». La peculiaridad de los seres humanos es que todo lo hacen para la gloria de su propio yo. Pero ¿quién es el yo al que están glorificando? El humano, la perso­nalidad: «Puedo construirlo mejor y más grande».

Igual que mi ejército alrededor del gran árbol, el Señor del Bosque. Les pedí que me contestaran: «¿Qué sabe este árbol que vosotros no sabéis?» No podían contestar esa pregunta, pues eran guerreros. ¿Cómo podía intimidarlos un ser tan obviamente gigantesco? ¿Cómo esa cosa podía saber más que ellos? Como su ego alterado se interpuso en el camino, no pudieron hallar la respuesta, y sin embargo, estaba delante de sus ojos; ni siquiera podían verla. Eso es lo que tú eres; así es como eres.

—Este árbol no sabe morir; sólo vosotros sabéis hacer eso. Este árbol estará vivo cuando las generacio­nes de los descendientes de vuestros descendientes que aún no han nacido vivan aquí.—Pero, Señor, podemos derribar este árbol en un instante.
—No en un instante; os hará falta más de un ins­tante para extirpar el corazón de este árbol. Y eso es verdad. Podéis hacerlo, pero esa es la diferencia entre el árbol y vosotros: vosotros sabéis morir; él no.

RAMTHA

sábado, 5 de mayo de 2012

CAMBIAR EL MUNDO


La coexistencia y la armonía... Todo tiene que equilibrarse. La naturaleza está equilibrada. Las bestias viven en armonía. Los seres humanos no han aprendido a hacerlo. Siguen destruyéndose. No hay armonía, no hay proyectos. En la naturaleza todo es muy diferente. La naturaleza está equilibrada. La naturaleza es energía y vida... Y restitución. En cambio los seres humanos sólo destruyen.
Destruyen la naturaleza.
Destruyen a los demás.
Y acabarán por destruirse a sí mismos.

En una sesión de meditación vi que nuestro planeta cobraba la forma de un colegio de una sola aula, de ésos a la antigua en los que los niños de todos los cursos están juntos y un solo profesor les da clase a todos.
Parecía que el colegio tenía problemas. Los alumnos más pequeños estaban molestando a los más avanzados. No había armonía ni cooperación. Incluso el edificio estaba lleno de pintadas. Me di cuenta de que si el caos continuaba, el colegio acabaría cerrando.
Después vi varios colegios modernos, cada uno enclavado en su propio recinto, de gran belleza. Había una parvulario, escuela primaria y una secundaria. Las tres estaban especializados y permitían el acceso sólo a los alumnos adecuados. Las clases eran disciplinadas, pero les faltaban la intensidad y la energía del colegio de una sola aula.
¿Puede ser que nuestro colegio de una sola aula, nuestro planeta, esté dividiéndose en componentes desconectados debido al caos de la sociedad? ¿Está llegando el momento en que los alumnos más primitivos serán separados de los más avanzados, en que los que siguen practicando la violencia, el odio, la avaricia y el miedo serán aislados de los que han llegado a dominar los rasgos del amor, el perdón, la compasión y la bondad?
El final del sueño me pareció vago, Era consciente de que el modelo podía salvarse si la cooperación, el amor y la armonía llegaban de algún modo a llenar nuestro colegio de una sola aula. En su forma ideal, el que los alumnos mayores ayudaran a enseñar a los más jóvenes parecía algo de una hermosa eficiencia, un profesor con muchos ayudantes.
Sin embargo, si se impusieran la discordia, el miedo y el egoísmo. el colegio tendría que sustituirse con el otro modelo: el de los tres recintos separados, que es más seguro, aunque en cierro modo más estéril.
Todavía podemos decidir qué preferimos.
Todos soñamos con una vida mejor en una sociedad mejor. Sin embargo, raro es el día que no nos sentimos desilusionados, decepcionados y hartos de la gente mala y egoísta que nos rodea, Hay muchísima gente que parece interesada sólo en su beneficio personal Se han vuelto maleducados y arrogantes, críticos e insensibles. No sólo nos debilitan sus actos, sino que además casi todos creemos que no podemos hacer nada para cambiar esa situación, que sólo los que tienen el poder pueden transformar el mundo.
Si aceptamos la tarea de ser los seres iluminados nuestro planeta, podemos empezar a cambiar el mundo.
Siendo realista, creo que los cambios sucederán poco a poco a medida que empecemos a practicar actos de bondad, haciendo cosas pequeñas que ayuden a los demás a ser más felices. Quizá la respuesta consiste en ofrecerse para ayudar a los menos favorecidos. Quizá sea algo tan sencillo como ser amable con alguien, hacer una buena acción sin pedir nada a cambio ni esperarlo.
Hay que acercarse a los desconocidos con esos actos de benevolencia. La amabilidad y el cariño no puede, reservarse a nuestras familias y a nuestros amigos, por que en ese caso la sociedad no cambiaría en absoluto.
Tenemos que tenderles una mano a los demás, no sólo a lo que son como nosotros.
Si pudiéramos conseguir que todo el mundo hiciera aunque sólo fuera unas pocas buenas acciones cada día podríamos cambiar el mundo. Como mínimo sería un buen principio.
Nuestros días nos parecerían más agradables, menos desalentadores, y tendríamos más esperanza en el futuro.
Seríamos un ejemplo para nuestros hijos, que aprenderían a valorar la fuerza y la importancia de la bondad. Aprenderían que no importa a cuanta gente afectan en realidad sus pequeñas buenas acciones. Lo importante es hacerlas.
Desde la noche de los tiempos, todos los grandes Sabios de la humanidad han predicado el amor y la compasión en las relaciones y en las comunidades. No han perdido el tiempo explicándonos cómo acumular una riqueza excesiva; no nos han enseñado a ser malvados, egocéntricos, maleducados o arrogantes.
Un verdadero Sabio, un verdadero gurú te ayudará a encontrar tu propio camino, te mostrará lo que es importante para tu evolución espiritual y lo que no lo es o, peor aún, lo que puede ser un estorbo o un obstáculo.
Nuestra labor en la vida diaria es hacer manifiestas esas enseñanzas, ser amables y educados, practicar actos de amor.
Para el cambio del mundo no hay calendario. Lo único importante es empezar. Si es cierto que un viaje de mil kilómetros empieza con un paso, ese primer paso es deshacemos de nuestro miedo y nuestro aislamiento y empezar a practicar actos de bondad, sean al azar o programados, sean grandes o pequeños, y hacerlo a diario.
El cambio de la naturaleza actual del mundo, violenta, competitiva y llena de odio, no se consigue gracias a los esfuerzos de unos pocos individuos que hayan alcanzado la iluminación, aunque sean dirigentes mundiales con mucho poder. En cambio, los actos de bondad y compasión de cada día compartidos por la gente y realizados en grupos pequeños pueden provocar el cambio a un lugar más lleno de amor y bondad. La gente tiene que comprender que todos somos iguales, todos lo mismo, todos luchamos por tener un poco de tranquilidad, felicidad y seguridad en nuestras vidas. No podemos seguir luchando y matándonos unos a otros.
Nuestros hijos nos observan de cerca. Siguen los modelos que ven: nuestra conducta, nuestros valores y nuestras actitudes. Si vivimos con odio y violencia, copiarán ese modo de vida. Una de nuestras tareas más importantes es enseñar a nuestros hijos los valores y la conducta correctos desde que nacen, porque también los bebés nos observan detenidamente y comprenden mucho más de lo que creemos.
Los mensajes de los sabios
Brian Weiss