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lunes, 4 de junio de 2012

LAS FASES DEL CAMINO

En un principio podemos imaginarnos equivocadamente que la práctica espiritual es un viaje lineal, que recorre un cierto paisaje hasta el lejano destino de la iluminación. Pero se describe mejor como un amplio círculo o espiral que abre nuestros corazones hasta incluir a toda la vida en un todo espiritual.

La práctica es como una montaña rusa. Cada subida suele ser seguida de una bajada. Comprenderlo nos permite cabalgar con mayor facilidad en ambas fases… Además de los ciclos de subida y bajada, hay un ciclo dentro-fuera. O sea, existen fases en las que te ves propulsado al mundo interior y todo lo que buscas es un lugar tranquilo, y luego existen épocas en las que te diriges hacia fuera y te quieres ver inmerso en el mercado. Amabas fases del ciclo forman parte de nuestra propia práctica, que de entrada consideramos una parte de nuestra vida hasta que nos demos cuenta que todo lo que hacemos forma parte de la práctica.

La naturaleza de la existencia es transformación constante. ¿Cómo hallar un modo de reconocer estos ciclos naturales de la vida en la práctica espiritual? En primer lugar, hemos de respetar estos ciclos cambiantes que nos trae la vida y aceptar la tarea interna que les acompaña. Aunque esto pueda parece evidente, nuestra sociedad ha perdido el contacto con dichos ritmos, y de distintos modos se nos enseña a ignorarlos. Los niños se ven forzados a la disciplina y una educación académica temprana, en lugar de ser libres para jugar y aprender de modo saludable. Muchos hombres de mediana edad viven una adolescencia prolongada, y muchas mujeres luchan para permanecer jóvenes a fin de eludir la madurez. La vejez se considera como una derrota a la que hay que resistirse y temer.

Cuando respetamos los ciclos naturales de la vida, descubrimos que cada una de las fases de la vida tiene su dimensión espiritual. Mucha gente tiene su primera experiencia espiritual en la infancia; la de una comunicación innata y natural con lo que es sacro. Si nuestra relación con nuestros padres es respetuosa y cariñosa, ello se convierte también en modelo y base para el respeto confianza en el resto de nuestras relaciones.

La independencia y radicalidad de nuestra adolescencia nos proporciona otra cualidad básica para la práctica: la insistencia de querer encontrar la verdad por nosotros mismos, no aceptando nada que no recoja nuestra experiencia.

La vida adulta nos trae sus propios desafíos y aperturas espirituales. Nos volvemos más atentos y responsables con respecto a nuestra familia, comunidad y nuestro mundo. A medida que maduramos, una cualidad contemplativa natural impregna nuestras vidas. Al envejecer, al haber visto muchos ciclos de nacimiento y muerte, se producen un desapego y una sabiduría que crecen en nuestro interior.

Cada fase contiene las semillas para el crecimiento espiritual. Nuestra vida espiritual madura cuando aceptamos conscientemente aquellos desafíos de la vida que son apropiados para nosotros. Por desgracia, hay personas que eluden esos retos.
Jack Kornfield - Camino con Corazón

lunes, 21 de mayo de 2012

TRASCENDIENDO LAS EMOCIONES NEGATIVAS A TRAVES DE LA MEDITACION

Para transformar nuestras negatividades necesitamos sólo contactar con ellas, en forma astuta y gentil. Verdaderas o falsas, no tienen solidez. Cuando nuestros pensamientos y conceptos cambian, nuestras actitudes también cambian, dejando disponible una energía flotante y libre. Es la energía que había sido bloqueada por la rigidez de nuestras negatividades. Mientras más soltamos sus ataduras, más energía fluye.
Cuando estás haciendo esfuerzos por controlar tus pensamientos es precisamente cuando llegan a ser más perturbadores. La mente se vuelve muy sensible cuando tratamos de trabajar con ella. Nuestra consciencia es entonces tridimensional. Cuando estás en cierta longitud de onda ocurren cosas no usuales frente a las cuales necesitamos estar alertas. La frustración siempre está en acecho, tentándonos y jugando con nosotros. Mientras más rápido abramos los ojos, más pronto podremos contraatacar las negatividades que aparezcan.
Fascinación y ansiedad:
Constantemente codiciosos, somos atraídos por lo que tienen los otros, quedando atrapados en una continua búsqueda y aferramiento. Nuestra mente, cansada y distraída, deja pasar las oportunidades de realización. Nos apegamos a los mensajes que nos envían las percepciones de nuestros sentidos y nos falta la calidez nutriente del flujo natural de nuestros propios sentimientos y sensaciones. Más que enfocarnos en ellos, lo hacemos en nuestros pensamientos acerca de las sensaciones que experimentamos, lo que no nos da mucha satisfacción. Cuando nos damos cuenta de esta situación, podemos ver que es causada por una sutil progresión psicológica: el querer alcanzar aquello que nos fascina conduce a la ansiedad, esta a la insatisfacción, y la insatisfacción nos lleva a un nuevo intento por alcanzar aquello que codiciamos. Estamos atrapados en esta progresión porque nuestros pensamientos sobre lo que nos fascina no pueden satisfacernos, ellos no tienen una sustancia real. No podemos cogerlos, es como ir hacia el final del arco iris. Mientras más los perseguimos, más ansiosos y frustrados estaremos.
Enfocamos nuestra mente en el gozo y la satisfacción, pero el camino que tomamos al tratar de alcanzar estas metas produce justo el efecto contrario. Nuestra mente salta de pensamiento en pensamiento, de los recuerdos del pasado a las expectativas del futuro, si es que no queda fijada en la imagen de algo que nos atrae obsesivamente. La mente casi nunca se centra en la inmediatez de la experiencia, que es donde yace la satisfacción.
Como el flujo de imágenes persiste, nuestra mente continúa produciendo una serie interminable de pensamientos acerca de esas imágenes. Este es el principal factor para establecer nuestra sensación de un ego que necesita “tener” y que necesita “hacer”. Aun en nuestra meditación, cuando tratamos de “no hacer”, sigue ocurriendo el mismo proceso.
En la meditación, sin embargo, este proceso es tan sutil que a menudo no nos damos cuenta de que ocurra. Podemos tratar de no tener ninguna expectativa ni pensamientos acerca de nuestra meditación, pero ellos pueden esconderse en el trasfondo de nuestra mente, manifestándose como un tipo de impaciencia, una espera por algo que tendría que ocurrir. Estos pensamientos no precisan ser muy fuertes para que el inconsciente estímulo de la expectativa y de la fascinación fluya como una ola dentro de nuestra consciencia. Mientras más fuerte sea este sentimiento, más poderosa, tensa y precipitada será la ola. Esto conduce rápidamente a la sensación de frustración y de ansiedad.

Al principio, nuestra meditación empieza disolviendo la sensación del ego que necesita “hacer”. Pero luego la mente persigue imágenes para compensarlo. La ansiedad aumenta, agravando el flujo de pensamientos e imágenes. Y tan pronto como nos quedamos envueltos en esta trampa del hacer”, sentimos una necesidad de contactar con imágenes, palabras, conceptos, objetos. Esta necesidad se hace más fuerte y ayuda a engranar de nuevo los condicionamientos. Todo esto ocurre tan rápido que no tenemos tiempo de pensar acerca de ello, debido al poder de la energía subyacente en nuestras expectativas y ansiedad.
La relajación puede lentificar esta tensa precipitación, Podemos relajar la mente disminuyendo la cantidad de pensamientos, creando un “tono” diferente que rebaje el grado de nuestra expectativa. Al conseguirlo y volvernos calmos y relajados, las ansiosas olas se transforman en pequeñas ondas.

Así, en tu meditación, vigila estrechamente tus pensamientos. La fascinación es una ola que se levanta. Observa cómo aparece. Tiene muchos rutilantes colores y es atractiva por naturaleza. Los buenos meditadores vigilan la ola como crece cada vez más alta hasta que comprenden cómo la fascinación nos estropea el momento. Ellos aprenden por qué las luminosas imágenes y las interesantes ideas nos distraen tan fácilmente. Podemos aprender a alterar el ciclo de fascinación y ansiedad dándonos cuenta del ir y venir de los pensamientos e imágenes. Expandiendo cada pensamiento y llevando su sensación a un nivel más profundo, podemos evitar sucumbir a la ansiedad, a aquella parte de nuestra consciencia que quiere moverse y hacer algo.
Podemos cuidarnos de ser absorbidos en el “hacer” que nos aparta de nuestra meditación, relajándonos y manteniendo nuestra actitud alerta. Cuando conseguimos mantener nuestro equilibrio y estar verdaderamente tranquilos en nuestra meditación, no importa qué pensamientos individuales aparezcan: la ansiedad y la fascinación pierden su poder sobre nosotros dejando que nuestra energía fluya suavemente.
El miedo y el dolor:
Mucho de nuestro sufrimiento es psicológico, nutrido por el miedo y por nuestra identificación con el dolor. Es importante romper la idea de que este es nuestro sufrimiento, nuestro miedo. Concéntrate en la sensación, no en el pensamiento acerca de ella. Concéntrate en el centro de la sensación, penetra en ese espacio. Hay una gran densidad de energía en él, la que resulta claramente distinguible. Esa energía tiene gran poder y puede trasmitir una valiosa claridad. Tu consciencia puede ir dentro de la emoción contactando esa pura energía, y así tu tensión se quiebra. Con gentileza y autocomprensión, controla esa energía; la fuerza no sirve. Prepárate lentamente, teniendo cuidado en no saltar de súbito en medio de la negatividad. Sé calmo y sensitivo, y observa cautelosamente la situación. De esta manera, toda emoción negativa puede ser transformada, porque la emoción es esa energía, y puedes emplearla de diferentes maneras.
Otras emociones negativas:
Por ejemplo, la ira. El antídoto es amor, compasión y paciencia; pero, hasta que seamos capaces de aplicarlo, debemos sentarnos a meditar nuestra ira, enfocando nuestra concentración en ella – no en su objeto – de modo de no hacer discriminaciones y no suscitar reacciones.
Procederemos igual cuando se trate de cualquier otra emoción perturbadora: concentrarse en ella, no soltarla; pero sin pensar acerca de ella o tratar de actuar en relación a ella. Sólo sentir la energía y nada más. Nosotros somos capaces de sobrepasar nuestros problemas cuando no reaccionamos a ellos, entonces pierden su sustancia y se transforman en obstáculos posibles de superar. En cambio, cuando somos atrapados por ellos, ya no tenemos libertad de escoger cómo enfrentarlos. Si estamos desvinculados y alertas, podemos manejar cada acontecimiento.
Mientras mejor comprendamos nuestras emociones, más aguda, profunda y clara llegará a ser nuestra lucidez mental. Finalmente, ya no necesitaremos usar nuestra mente consciente para liberarnos de nuestras dificultades. En un nivel de ser más alto, no necesitaremos razonar, sino utilizar nuestra intuición evolucionada. Para ello necesitamos un camino, un mapa, una instrucción. Todo eso lo encontramos a través del silencio y de la profunda relajación de nuestra meditación.
Las emociones tienen un valor, pero sólo cuando sabemos cómo usarlas para un crecimiento espiritual. Al conocer cómo tratar aun una sola emoción, es posible trascender todas las emociones. Esto es parte de la técnica por la cual podemos ayudarnos a nosotros mismos y a otros. Cuando hayamos comprendido que la energía aparece de diferentes maneras, podremos extraerla de las emociones por negativas que sean. Aprenderemos a relajar esas energías cuando ya no dividamos nuestras experiencias en positivas y negativas; todas ellas serán útiles si las consideramos como energía por capitalizar. Todas nuestras experiencias contienen dinamismo y poder, pero debemos desarrollar nuestra atención lúcida antes que podamos usarlas bien.
Tarthang Tulku
Traducido y extractado por Carmen Bustos de
Tarthang Tulku.- Openness Mind.- Dharma Publishing

lunes, 23 de abril de 2012

DESPERTAR DESPUES DE TANTA OSCURIDAD

DESPERTAR DESPUES DE TANTA OSCURIDAD

https://www.facebook.com/tierradorada.griselycesar 


La pesadilla puede estar a punto de terminar. No renunciar siquiera en medio del mayor dolor, a oscuras se puede estar justo a punto de salir del laberinto.

La naturaleza es sabia, el momento más o
scuro de la noche se produce justo antes del amanecer. La transformación es dolorosa, la mariposa no es mariposa sin que antes haya sufrido como oruga su metamorfosis. Esperar con esperanza que salga el sol, no renunciar siquiera en medio del mayor dolor, porque a oscuras se puede estar justo a punto de salir del laberinto.

Nunca renunciar, nunca detenerse, nunca dejar de confiar. Hay una recompensa esperando. Hay una salida. Quién sabe del por qué de estos desalineos de nuestras vidas, quién sabe el por qué del duro trabajo que debemos realizar para alinearnos con quienes somos y con el mundo?

Cuesta hacerse uno con el universo, contactarse con la fuente. La mente va a hacer todo lo posible para desconectar ese cable que nos une a la tierra. Darse cuenta cuando habla la cabeza, cuando hablan las experiencias que coartan el camino del corazón es una clave. Los sentidos pueden desorientar, la ilusión de lo que veo nada tiene que hacer contra la fuerza de la intuición.

Si hay una noche oscura del alma, tendrá también que haber un maravilloso despertar. Y ojo, aquí nadie habla desde afuera, sino todo lo contrario, estoy hablando desde adentro, desde lo más profundo del alma.

Por Gustavo Levín