¿Qué es el
amor?
El amor es la respuesta de a todo.
El amor no
es una abstracción,
sino una energía de verdad.
Empieza a
entrar en contacto con Dios en tu interior.
Siente
el amor.
Expresa el
amor.
El amor
disuelve el miedo.
Cuando se
siente amor no puede temerse nada.
Como todo es
energía,
y el amor abarca
todas las energías,
todo es amor.
Nuestros corazones conocen el camino
de la
felicidad y la paz interior.
Prácticas espirituales
como la meditación y la oración
nos recuerdan lo que ya sabemos.
Cuando nos olvidamos
del mensaje de nuestro corazón
y caemos en la rutina y en los
baches de la vida,
nos sentimos insatisfechos y desdichados.
Nuestra perspectiva está borrosa,
hemos olvidado nuestro plan de vida,
nos hemos perdido.
El remedio es sencillo.
Dedica tiempo a recordar tu divinidad,
tu naturaleza espiritual.
Recuerda por qué estás aquí.
La meditación es una forma
de despertar la memoria.
La
meditación
es el arte de poner la mente en
blanco
para acallar la cháchara perpetua
que normalmente llena nuestra
conciencia.
En la tranquilidad de la mente
silenciosa,
empezamos a ser observadores,
a tomar distancia y,
con el tiempo y la práctica,
a darnos cuenta de que existe
un
nivel de conciencia superior.
Dentro
de nuestras formas humanas
hay un ser
espiritual.
Nuestra parte espiritual nunca
muere.
Jamás perdemos a nuestros seres
queridos.
En realidad,
todos los seres humanos estamos
conectados…
para
siempre.
Cuando tenemos experiencias
espirituales,
casi siempre evocamos la energía del
amor.
Esa forma de amor es incondicional,
absoluta e ilimitada.
Es como un impulso de energía
pura,
una energía que también posee
atributos de gran fuerza,
como la sabiduría, la compasión,
la eternidad y la conciencia
sublime.
El amor es la energía más básica y
dominante que existe,
Es la esencia de nuestro ser y
nuestro universo.
Es el componente fundamental de la naturaleza
que conecta y une todas las cosas, a
todas las personas.
La energía del amor es, en potencia,
más fuerte que cualquier bomba
y más sutil que cualquier hierba.
Lo que sucede es que aún no hemos
podido aprovechar
esa energía tan básica y pura.
Cuando lo consigamos, podrá darse
una curación
en todos los niveles, individualidad
planetaria.
Nuestras almas siempre se sienten
atraídas hacia el amor.
Cuando comprendamos de verdad el
concepto
de que el amor es energía que lo
abarca todo
y que su impulso curativo puede
transforma con rapidez
nuestros cuerpos, mentes y almas,
superaremos nuestros males y
nuestros dolores..
Dios es paz. Dios es amor.
Nos
hemos olvidado de que,
Puesto que hemos sido creados a
imagen divina,
Dios esta en nuestros corazones y
somos criaturas de paz, seres de amor y divinidad.
Sólo
hay una religión, la del amor.
Sólo puede haber una, porque sólo hay un Dios,
el Dios de todos nosotros.
Tenemos que amarnos los unos a los
otros, porque el amor es el camino.
De lo contrario nos condenaremos a
repetir curso tras curso, hasta que aprendamos la lección del amor.
Sólo
si nos deshacemos de nuestros miedos,
si vemos a la gente de otras
religiones como iguales,
como almas como nosotros
que van camino del cielo, podremos
amar en un sentido auténtico,
incondicional.
Todos
somos lo mismo.
Todos remamos en la misma galera.
En nuestras muchas reencarnaciones,
hemos sido de todas las religiones,
de todas las razas.
El alma no tiene raza, o tiene
religión.
Sólo conoce el amor y la compasión.
Todos somos seres divinos.
Hace miles de años que lo sabemos,
pero nos hemos olvidado.
Y para volver a casa
tenemos que recordar el camino
Como los radios de una rueda de
bicicleta,
todos los caminos indicados por las
grandes religiones
llevan al mismo centro,
a la devoción y la iluminación.
No hay un camino mejor o peor que
otro.
Hay grandes verdades, belleza y
sabiduría
en todas las grandes tradiciones
religiosas.
No es necesario que abandonemos
nuestra tradición.
Al fin y al cabo, unas prefieren las
rosas,
y en cambio a otros les gustan más
las flores silvestres o los girasoles.
Todas tienen su belleza propia
y Dios hace que el mismo sol las
ilumine,
que la misma lluvia las alimente.
Son distintas, pero todas son
especiales.
La lluvia cae sobre malas hierbas
igual que sobre las flores,
y el sol brilla en las cárceles
igual que en las iglesias.
La luz de Dios no discrimina,
y tampoco la nuestra debe hacerlo.
No hay un único camino,
una única iglesia,
una única ideología.
Sólo hay una luz.
Cuando caen las barreras,
todas las flores pueden florecer juntas
en un jardín de esplendor sin igual,
un paraíso terrenal.
Recordar que somos almas,
que
somos inmortales y que existimos siempre en un vasto mar de energía es la clave
para llegar a la alegría y a la felicidad.
BRIAN WEISS