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jueves, 28 de junio de 2012

EL CUERPO FÍSICO

El cuerpo es el vehículo que escogiste para experimentar esta vivencia terrenal. Es el perfecto envase que contiene la capacidad de sentir; que es el objetivo de tu viaje en esta vida.
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El diccionario define al cuerpo como el conjunto de sistemas independientes que constituyen otro principal. Cada órgano, cada célula es importante para que funcione el resto. Estamos compuestos materialmente por distintos microcosmos que forman un todo estructural que requiere de cada elemento para funcionar correctamente. Por lo general lo damos por hecho, y es hasta que hay algún trastorno o dolor que lo volvemos a tomar en cuenta.  Es el plano más denso de manifestación y nos asiste en decodificar nuestro sendero de desepertar y elevación de la conciencia.

Además, contamos con diferentes cuerpos sutiles que van complementando la experiencia y sostienen al espíritu y a la energía. Más adelante hablaré de cada uno, por ahora concentrémonos en este plano.

El reto está en balancear cada uno de tus cuerpos para que tu experiencia en la Tierra sea la mejor. Para que no se quede en “lo que pudo haber sido” sino que en verdad se manifieste la potencia de perfección que en realidad eres. Vivir tu espiritualidad no implica negar tu materialidad. Al contrario, entre más te permitas sentir y experimentar, más se engrandece tu espíritu. ¿No es maravilloso? A través del cuerpo puedes conocerte, tocar, degustar, ver, escuchar, saborear… Es la perfecta máquina para percibir las maravillas y sensaciones que el Universo, a través del planeta Tierra, sus habitantes, flora y fauna, te regalan todos los días. Cada día es una oportunidad de percatarte de cosas nuevas a través de este organismo.
 Por medio del cuerpo puedes saber si corres peligro, si hay algún desajuste en tu energía o si requieres hacer algún cambio en tu manera de ver las cosas. Gracias a él percibes en el plano físico el amor y la alegría y puedes expresar la gratitud que siente tu espíritu.

Finalmente, así como lo elegiste, con esas características, podrás trascender tu ego y elevar tu conciencia a través de la aceptación y el amor que le tengas. ¿Te das cuenta? Es perfecto, eres perfect@. Vete al espejo y hónrate. Eres hermos@ así, justo como tu escogiste.

Tips para equilibrar tu cuerpo físico:
Conócelo. Entre más conozcas a tu vehículo, más fácil es percibir sensorial y extrasensorialmente.

Escúchalo. Tu cuerpo te da mensajes a través de la infifnita gama de sensaciones.
Consiéntelo. Cuando lo amas y lo apapachas, tus otros cuerpos sutiles también lo perciben. Tu corazón se siente bien y tu también.

Protégelo. Cuidar de tu cuerpo es una manera de cuidar de tu espíritu.
Hónralo. Bendícelo, aliméntalo, aséalo, nútrelo, respétalo y ámalo.

NAMASTE

Andrea de la Mora

sábado, 16 de junio de 2012

EL ECOSISTEMA ESPIRITUAL

La Luz para satisfacer tus necesidades existe siempre.
La única razón por la que puedes experimentar carencia en tu salud, en tus finanzas, emociones y espíritu, es que has causado un bloqueo espiritual -ya sea en esta encarnación o en una previa- que necesita ser eliminado antes de que puedas recibir las bendiciones que se supone deben ser tuyas.
 
Esto nos lleva a una pregunta interesante, ¿A dónde va toda esa abundancia de bendiciones? Hay millones y millones de personas en el mundo con diversos niveles de carencia. Uno puede pensar que todas las bendiciones, aún no ganadas, permanecen en algún sitio en el plano espiritual, sin manifestarse y ocultas de este mundo.

No es el caso. 

Todo lo necesitado por todos, en este mundo, ya existe en este mundo. Toda la comida, dinero, salud, el apoyo emocional y espiritual necesarios para cualquiera de nosotros está aquí, ahora mismo. Pero está en posesión de alguien más.

Por razones distintas, cada uno de nosotros recibe más abundancia de la que necesita; no es nuestra, sino más bien un excedente que pertenece a otra persona que, en este momento, no es capaz de traer esa bendición para sí mismo.
 Este entendimiento, cuando lo asimilas realmente, puede cambiar por completo el cómo ves los regalos que tienes en abundancia. Cuando tienes más de algo (paciencia, amabilidad, habilidades físicas, abundancia, etc.) simplemente significa que hay otra persona en el mundo sufriendo de carencia en esa área, y estás reteniendo sus bendiciones hasta que llegue el momento en que ellos puedan pedirlas.

Si, por ejemplo, eres alguien con gran sabiduría en asuntos emocionales, entonces no se trata de si “eliges” o no ayudar a alguien que atraviesa por dolor. El verdadero entendimiento es que, esa abundancia de sabiduría que le puedes dar a otra persona “pertenece” a esa otra persona. No es tuya, no eres su propietario. Eres simplemente el guardián de ésta hasta que la piden. Su acción de venir a pedir ayuda a eliminar el bloqueo y les permite recibir de ti lo que, de hecho, es de ellos.

Cuando llevas este entendimiento a tu interior, te das cuenta de que nunca “das de ti mismo”, sino más bien, devuelves a otros lo que por derecho es de ellos.

Esto nos conduce a un entendimiento fundamental de nuestras vidas y acciones. Los kabbalistas hablan de un ecosistema espiritual que es llamado El Árbol de la Vida, en donde se originan todas las bendiciones, protección, inspiración, alegría y satisfacción. Hay dos maneras de interactuar con este mundo increíble.

Una manera que la mayoría de la gente sigue es pensar en esos dones como si fueran suyos. Cuando comparten, piensan que están siendo espirituales o haciendo algo bueno al compartir con otros menos afortunados. Piensan que es su decisión si comparten o no, y qué tanto y qué tan a menudo.

Mientras que es cierto que una visión como esta traerá Luz y bendiciones a sus vidas (porque cada acción positiva revela Luz), este modo de vida es limitado en sus bendiciones.

Es aún más profundo cuando entendemos la existencia de un ecosistema espiritual y que nuestra abundancia no es sólo nuestra. Simplemente estamos custodiando dones para otros. Ya no es nuestra elección el dar, sino más bien nuestro deber.
 Cuando vemos nuestros dones de esta forma, comenzamos a compartir porque estamos cumpliendo con nuestra parte en el ecosistema. Esta conciencia crea una apertura más grande para recibir de otros y nos hace aprovechar un torrente infinito de abundancia.

No es que nos “ganemos” las grandes bendiciones que vendrán a nosotros, nosotros nos “abrimos” a ellas, permitiendo a todos los ángeles celestiales, Luz y abundancia fluir hacia nosotros sin impedimento. Las bendiciones, alegría y plenitud que se hacen nuestras cuando formamos parte del ecosistema espiritual, son grandiosas. Sé honesto contigo. Mira cómo es que ves tus dones y por qué compartes. Mientras te esfuerzas en cambiar de la visión de “mis cosas” a una visión de “ecosistema espiritual”, te abrirás a un nivel nuevo de protección, bendiciones y plenitud, que puede ir más allá de cualquier cosa que hasta ahora hayas experimentado.

Michael Berg es co-director del Centro de Kabbalah, así como autor, estudiante y maestro.

domingo, 10 de junio de 2012

LA CONCIENCIA ES EL PRIMER PASO HACIA LA CURACIÓN O EL CAMBIO

LA CONCIENCIA ES EL PRIMER PASO HACIA LA CURACIÓN O EL CAMBIO
“Me muevo con el ritmo y el fluir de la vida, siempre cambiante”.
Cuando llevamos algún modelo mental profundamente sepultado en nuestro interior, para poder curarnos debemos empezar por tomar conciencia de ello. Quizás hablemos al respecto con alguien, o veamos aparecer el mismo modelo mental en otras personas. De una manera o de otra, emerge a la superficie, nos llama la atención y empezamos a tener alguna relación con ello. Con frecuencia, atraemos hacia nosotros a un maestro, un amigo, una clase, un seminario o un libro que comienza a sugerirnos maneras nuevas de abordar la disolución del problema.

Mi propio despertar se inició con un comentario casual de un amigo sobre una reunión de la que le habían hablado, y aunque él no iba a venir, yo sentí no sé qué respuesta interior y fui. Aquella pequeña reunión fue mi primer paso por la senda de mi evolución. Hasta cierto tiempo después no me di cuenta de su importancia.
Con frecuencia, en esta primera etapa nuestra reacción es pensar que todo eso es una tontería, o que no tiene sentido. Puede ser que nos parezca demasiado fácil, o inaceptable para nuestras ideas. El hecho es que no queremos hacerlo, y nuestra resistencia cobra muchísima fuerza. Hasta es posible que nos enfademos sólo con pensar en hacer “eso”.

Una reacción así es excelente, si podemos entender que es el primer paso en nuestro proceso de curación.

Yo le digo a la gente que cualquier reacción que puedan tener sirve para demostrarles que han iniciado ya el proceso curativo. La verdad es que el proceso se inicia en el momento en que empezamos a pensar en cambiar.

La impaciencia no es más que otra forma de resistencia: es la resistencia a aprender y a cambiar. Cuando exigimos que todo se haga ahora mismo, que se complete de inmediato, no nos estamos dando el tiempo necesario para aprender la lección implícita en el problema que nos hemos creado.

Si usted quiere ir a la habitación de al lado, tiene que levantarse y avanzar paso a paso en esa dirección. Con quedarse sentado deseando estar en la otra habitación no se arregla nada. Pues es lo mismo. Todos queremos terminar con nuestros problemas, pero no queremos hacer la pequeñas cosas que, sumadas, nos darán la solución.

Ahora es el momento de reconocer nuestras responsabilidades por haber creado esa situación o ese estado. No estoy hablando de sentirse culpable, ni de que nadie sea una “mala persona” por estar donde está. A lo que me refiero es a reconocer ese “poder interior” que transforma en experiencia cada uno de nuestros pensamientos. 

En el pasado, sin saberlo, usamos ese poder para crear cosas que no queríamos experiementar, porque no nos dábamos cuenta de lo que hacíamos. Ahora, al reconocer nuestra responsabilidad, tomamos conciencia de este poder, y aprendemos a usarlo conscientemente de manera positiva y en beneficio nuestro.
Con frecuencia, cuando sugiero una solución a un cliente -puede ser una manera nueva de abordar un asunto, o bien perdonar a una persona relacionada con él- veo cómo empieza a contraer y adelantar la mandíbula, y cómo cruza tensamente los brazos sobre el pecho, a veces incluso cerrando los puños. La resistencia está subiendo a escena, y entonces sé que he acertado exactamente con lo que es necesario hacer.

Todos tenemos lecciones por aprender. Las cosas que nos resultan difíciles no son más que las lecciones que hemos decidido tomar. Si las cosas nos resultan fáciles, es porque ya las sabemos hacer.

Louise L. Hay · “USTED PUEDE SANAR SU VIDA”