Escúchala…
Asimila esta letra…
Hazla tuya…
Tú eres… El rostro del Amor.
No importa si en el video aparece el papa de
la iglesia católica, el Dalai Lama, un bebé, el sol, una estrella lejana,
un átomo minúsculo… todos somos el rostro del amor. Tú lo eres.
Siéntelo, recuérdalo, revívelo… ¡Despierta
Ahora!
¿Cómo despertar?
Sólo
deja la negatividad.
Acepta tu situación actual tal como es.
Acepta tu situación actual tal como es.
Si tu situación tiene solución, ¿para
qué te preocupas?
¡Ocúpate!
¡Ocúpate!
Si tienes que hacer algo para cambiarla,
hazlo y punto, sin crear drama, no se necesita.
Si tu situación NO tuviera solución,
¿para qué te preocupas?
¡Todo pasa!
¡Todo pasa!
Todo, sea lo que sea, si tiene un principio
tiene un final.
Además, las
situaciones de vida son solo eso: situaciones.
Otra cosa es la vida en sí.
Otra cosa es la vida en sí.
La vida es eterna,
sin principio ni final. Es lo que siempre ha sido y siempre será.
.
Nada que sea real puede ser destruído.
Las ideas de la mente cambian, las emociones también, el cuerpo sufre modificaciones permanentemente, pero el que está recibiendo este mensaje, el Ser Real en ti -la esencia- siempre es igual: Perfecto.
Siempre estarás vivo
aun después de que llegues a abandonar este cuerpo que es polvo y al polvo
regresará.
Esa es tu
verdadera realidad más profunda.
¡Tú eres la vida: la
semilla, el tallo, el fruto y la flor!
¡Tú eres la vida. Tú
eres luz, amor, libertad y triunfo!
Cuando sentimos esto en verdad (no como una
creencia ciega o un dato más de nuestra mente), nos damos cuenta que nada nos
falta jamás. Entonces ya nada te turba y aceptas la vida como un hermoso juego
de niños.
Si aún no lo
percibes, es que un ligero velo te lo impide: la mente que con sus dudas no
para de parlotear.
¿Ya es tu decisión
dejar que ese velo caiga, o aún no te hartas de sufrir?
Si ya quieres
despertar… si ya quieres comprobar
lo que tú eres realmente, tan sólo encuéntrate… en el silencio
interior.
¿Cómo lograr el silencio interior?
Para ello:
.
¡Sólo ubícate en el Ahora!
El momento presente.
.
¡Sólo ubícate en el Ahora!
El momento presente.
¡Dejemos
a nuestra conciencia flotar en la paz de la mente en silencio!
Evita pensar en lo que ya no
existe (el pasado) y en lo que no sabemos si realmente llegará (el futuro).
Ejemplos:
Si vas caminando,
camina. Si estás comiendo, come. Si conversando, leyendo o
escribiendo, únicamente haz eso, sin agregar algo más a tu mente.
Si estás en una fila
o en una sala de espera, percibe lo único real que en ese momento está
sucediendo:
1. Justo frente a ti ¿Para qué fantasear
con lo que quizá
esté pasando en otro lugar muy cercano o distante?
2. Y sobre todo:
en tu interior (tu respiración, los latidos de tu corazón,
la sensación corporal…)
Pase lo que pase a tu
alrededor, continúa dentro del Ahora.
Si te descubres pensando en algo pasado, o por venir, o que no está justo
en tu área de percepción, tan sólo regresa de nuevo al Ahora.
¿Cómo? ¿Así de
simple?
¡Claro..! ¡Así
de simple!
De esta forma, tú
mismo descubres las ventajas del silencio interior.
Para pocos es casi
inmediato. Para la mayoría resulta un proceso gradual: al
principio te acuerdas a veces de esta práctica, después la aplicas en casi
toda actividad, finalmente forma parte de ti.
Así mismo, la respiración
consciente es
compañera inseparable del silencio interior. Conoce más de sus ventajas y lo
sencillo que es practicarla
poco a poco empiezas a experimentar
la paz y el amor del silencio interior
en tu vida cotidiana, no sólo durante la práctica,
la paz y el amor del silencio interior
en tu vida cotidiana, no sólo durante la práctica,
de la respiración conciente.
¡Siempre ganas! (si no abandonas la tarea).
Hay para quienes
resulta una batalla terrible porque piensan
que así será. Se limitan a sí mismos. Otros
piensan que será fácil.
También se equivocan.
No se requiere
pensar, esfuerzo ni planificar. Hazlo de momento en momento y…
¡Listo!
Sé constante, tenaz y
a la vez: demasiado sereno.
Indudablemente te
acercas al triunfo en la medida que practicas.
Entre más pienses o
sientas que no puedes, es que más cerca estás de lograrlo.
Si luego de
intentarlo con ahínco sientes
que no puedes, es tu propia mente la que se resiste. ”Sentir algo” en el
cuerpo es una forma mental
muy sutil que llamamos emoción; no hay pensamiento como tal, pero
percibes una reacción física.
Lo mismo que los
pensamientos, las emociones son parte de la actividad mental que estás
silenciando cada vez más.
No es posible detener a la mente con la mente.
Resistirse a los pensamientos o
emociones que surgen, significa usar la misma mente. Es muy agotador e inútil.
Si calificas tus pensamientos y
emociones -como buenos, malos, o lo que sea- también estás recurriendo a ella y
caes en su trampa.
Disfrutas más cuando te conviertes
en observador silencioso de tu mente. Cuando ya sientas
ese gozo sabrás de qué estoy hablando, entonces observa al observador y
descubre lo que sucede.
¿Qué te espera?
Si continúas… ¡Zaz…!
De pronto -inesperada
y naturalmente- experimentas la Verdad, es decir: la
dicha sin límites de la libertad Real.
“Llega como ladrón en
la noche”
— nos dice el Bienamado.
Nunca un ladrón avisa
de su llegada, más bien te sorprende cuando menos te lo esperas. En este caso,
está garantizada la más grata sorpresa de toda tu existencia.
¿Quién
ERES en verdad?
Todos tenemos a Dios
en nuestro interior, todos somos parte de El. Cuando percibimos esto en verdad
(no cuando es una creencia ciega o un dato más de nuestra mente), nos damos
cuenta que todos tenemos a Dios y nada nos falta jamás.
Entonces podemos
asegurar como Santa Teresa: “Sólo
Dios basta“. No porque sea una creencia, sino que ahora ya
nos consta.
Al darte la
oportunidad de sentir que estás en este mundo irreal, de fantasía, donde todo
es transitorio, descubres la Paz Eterna y el Dios del Amor que es tu verdadera
naturaleza interior.
Existe un lugar en tu
interior donde Todos somos uno, donde no existe la muerte, el dolor, ni la
pérdida. Si lo encuentras desaparece todo sufrimiento, aun cuando continúe
sucediendo lo mismo “aquí afuera”, en el mundo transitorio o aparente.
Poner fin al
sufrimiento
Cambiar la forma de pensar es un buen
principio, pero no se trata de eso, sino de encontrar esa paz que existe en tu
interior, una paz que nunca se altera y que está más allá de tus pensamientos
buenos o malos: más allá
de las ideas, más allá de la mente. Entras ahí renunciando a
todas tus ideas positivas o negativas, percibiendo tu poder del Ahora.
Así es como en verdad logramos
pasar de la sombra a la luz, no sólo como un dato más de la mente. Así es como
despertamos Conciencia. Así alcanzamos la iluminación. Así es como logramos
contacto conciente con los seres de luz.
Los
ángeles de Dios dejan de ser una creencia y se convierten entonces en una
realidad para ti. Podemos observar a nuestros seres queridos que han
desencarnado.
Ahora vemos
claramente que la muerte es una ilusión, tanto como la vida ajetreada (que
llevábamos aquí en este mundo tridimensional, antes de despertar a la
verdad que nos hace libres.
Nos damos cuenta que
la pérdida y la ganancia son también ilusiones de este mundo porque en verdad
no podemos perder nada que sea real, nada que sea auténtico.
Y ahora, siempre
estamos en la paz más profunda, la paz inverencial, aunque en el mundo terrenal
siga habiendo aparentes pérdidas o ganancias, aunque no consigamos todo lo que
en otros tiempos nos parecía demasiado importante.
Ahora ya nada de eso (lo material, mi imagen ante los demás, mis gustos,
familia y amigos, etc.) es tan importante, todo se ha convertido en
parte de una hermosa aventura temporal.
Ahora, para nosotros
la vida cotidiana es un hermoso juego de niños. Ahora sentimos en verdad (más allá del pensamiento) qué es y cómo es la vida real: y cómo
es que la vida está más allá del tiempo y el espacio -del cuerpo, de la
mente y de los afectos-.
Ahora estamos en
contacto Real -verdadero y palpable- con la Gran Luz, el gran fuego devorador
(Dios), del cual todos hemos brotado y del que jamás nos hemos desconectado;
nos damos cuenta que sólo teníamos un velo que nos impedía darnos cuenta de
esta gran verdad: la mente con sus dudas.
Pero este velo se ha
caído porque estamos ya en silencio interior. Hemos renunciado a todas nuestras aspiraciones
y deseos personales, incluso los de conocer a Dios y entonces por fin lo
conocemos de frente y nos fundimos gozosos en EL.